martes, mayo 29, 2012


ANGEL PARA UN FINAL
por: Mónica Heinrich V.

Tengo noticias queridos lectores: a veces la pareja apesta. Ajá. La sociedad hecha y construida para dos, el “en las buenas y en las malas”, el mito de la media naranja, la pusilánime idea del “complemento”, y etcéteras convierten a alguna gente en seres muy desgraciados.

El cine ha jugado su papel en esto de ser crédulos y entregados a los brazos escuálidos del amor. ¿Quién no quedó con ideas “raras”, cuando Vivian (Julia Roberts) finalmente conquistaba a Edward (Richard Gere) en Pretty Woman?

Quién no se “replanteó” muchas cosas cuando Rose (Kate Winslet) agarraba la manito de un casi congelado Jack  (Leonardo Dicaprio) y todos sabíamos que el hijo de pooh se iría hasta el fondo…pero que mejor amar una vez, que nunca haber amado.

(suspiro y en mi cabeza canta Celine Dion)

El otro día vino la cereza de la torta. Fue un momento mágico, donde todo adquirió sentido, todo encajó, todo.

Lugar: Cine Palace. Película: Votos de amor. Protagonistas: Rachel McAdams y Chaning Tatum.  Escena: Ambos paseando en auto con el viento golpeándoles las cara por las ventanillas. En una de esas Rachel pregunta: “Te lanzaste un pedo?” Chaning Tatum muerto de vergüenza asiente y dice: “Lo siento”. Rachel, lo mira rebosante de amor, sonríe…y cierra su ventana para oler el gas de su amado en una prueba del profundo sentimiento que inunda su alma.


No hay mucho que decir. El amor que pueda sentir por compañero de butaca acaba de quedar chiquito ante ese desprendimiento, ese saber querer.

Sobrevive el consuelo de esas otras películas que te hacen sentir bien, normal, cuerdo, con estabilidad emocional, y como si efectivamente nuestras “vidas amorosas” fueran como una película hollywoodense. Esas otras películas que nos dicen que el amor puede ser cruel, despiadado, salvaje y sanguinario.  Esas otras películas que hablan del vacío, de cuando termina, de cuando no existe, de cuando se finge, esas que pueden usar de banda sonora el tema de Silvio en el que cantaba:

Dicen que cuando un silencio…aparecía entre dos…era que pasaba un ángel que les robaba la voz…

Esas.

Y una de esas es Like Crazy. Película muy pendeja que fue filmada íntegramente con la Canon D7 y que ganó el Gran Premio del Jurado en Sundance el año pasado.  Like Crazy nos habla sobre el inicio de un amor en su forma más pura, inocente e intensa. En la época que los protagonistas son estudiantes universitarios. 

Felicity Jones (tómenla en cuenta, dará que hablar) interpreta a Anna, una chica inglesa que se encuentra estudiando en Los Ángeles. Ahí a conoce a Jacob (Anton Yelchin) y después de unas cuantas idas y venidas, empiezan una relación.


En la pantalla solo ves la parejita más típica, común y poco interesante del mundo. La historia parece de una simpleza insultante. Vemos a ambos desarrollar su relación, profundizarla y ser todo eso que una pareja debe ser. Amén de la felicidad, Anna debe regresar a Inglaterra ya que su visa de estudiante está por expirar. En un acto irresponsable se queda en suelo americano para pasar más días con Jacob, luego (piensa) se encargarán de arreglar el “asuntito” de la VISA.

Pues resulta que no. Que allá los gringos son jodidos, que si la cagás con la VISA no te perdonan, que no entienden razones. Así que Anna no podrá regresar a USA.

Like Crazy pasa de la simpleza a la complicación, y los protagonistas  nos narran en periodos de tiempo bastante largos, lo que sucede: Los intentos de seguir adelante (visitas de Jacob a Inglaterra), las soluciones alternativas. Vemos cómo intentan mantener esa conexión que los unió al principio.  En medio de ese vaivén, están los sentimientos…lo mucho que se amaron, lo mucho que se aman, lo que piensan que es o debe ser un “para siempre”.

Sí. Hay, hubo y habrá amor, pero en ese trabajo que significa mantener una relación con otro ser humano, en esa paciencia agotadora que se tiene que usar para no perder esa conexión, la pareja es una unión de dos personas. Dos soledades que intentan desesperadamente acompañarse.

Este pequeño filme atrapa con nostalgia ese tufillo.  Conversando con un par de amigos a los que se la recomendé, comentaban que el gran gran mérito de esta peli es que es la historia de mucha gente. Que es fácil sentirse reflejado en esa lucha por alcanzar la quimera del “y vivieron felices”…

El joven director Drake Doramus (29 años) dirige y escribe el guión de esta historia sin irse por la pretensión exasperante, ni cayendo en los clichés hollywoodenses. Narra de forma modesta, sencilla, una historia de amor. Su nacimiento, sus problemas, y su futuro.

Aparece también esa gran actriz que es Jennifer Lawrence en un papel secundario pero que tiene mucho peso. Que significa y dice bastante.

90 minutos bastan para que Like Crazy haga lo suyo y te estruje verdades en la cara. Porque ya lo dije es de ESAS películas. Donde salen los créditos y sentís frío. Donde sentís frío y sin querer te dan ganas de llorar.

Otra de ESAS es Entre Nosotros, película alemana ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín del 2009.


Si en Like Crazy veíamos el nacimiento de un amor puro y juvenil. En este filme somos testigos de una relación un poco más adulta, pero que aún está tanteando el camino para descubrir hacia dónde va.

Chris y Gitty están juntos. Ambos tontean, cogen, y la pasan bien el uno con el otro. No es nada especial. Ni siquiera podría decirse que son “tiernos”. Cero. A ratos pensás: “¿qué le ve Gitty a ese hijo de pooh?” y a ratos pensás: “Gitty es  medio pelotuda”.

Mientras que Chris es un tipo conservador, un poco cuadrado, que añora un éxito que su mediocre talento como arquitecto no le puede dar, Gitty es un espíritu más libre. Si tiene gana de botarse al mar, gritando y llorando al mismo tiempo, lo hace. Es más expresiva en el amor que siente por Chris, mientras que en Chris se sospecha un cierto desprecio hacia ella. Como que en el fondo, no la encuentra suficiente para él.

Cuando el filme arranca, ambos se encuentra vacacionando en Cerdeña/Italia. Las vacaciones siempre son sinónimo de pasarla bien, de divertirse, pero lo que nos presenta Maren Ade, la directora y escritora de Entre Nosotros, es lo opuesto.

Esto tiene que ver con la aparición de un gran amigo (rival) de toda la vida de Chris, y su pareja, con la que conforma un reflejo de todo aquello que Chris querría para sí mismo.

Ahí comienzan los problemas. Nacen de una comparación, de una aspiración, de una frustración.  Ver a  Chris y Gitty, personajes que muy bien podrían ser tus amigos, familiares, vecinos, pelearse por todo y por nada, reconciliarse de la manera más estúpida, decirse las cosas más hirientes, para que después de herirse se miren fingiendo exactamente el mismo amor que antes, verlos es incómodo.

Como incómodo es descubrir que hay situaciones que pueden exponerte con todas tus mezquindades y miserias. Gitty se shockea literalmente al ver a ese otro Chris que no conoce. Chris también conoce  a otra Gitty.

La trama puede no ser tan intrincada, pero el conflicto es mucho más profundo de lo que parece, y está narrado por Made con un muy buen manejo de climas, donde la catástrofe se palpa en el aire.

A pesar de que adolece de una duración excesiva y de uno que otro momento gratuito, Alle Anderen, cuya traducción fiel sería Todos los demás, es un honesto trabajo que echa una desgarrada mirada a ese pequeño mundo privado que supone una relación de pareja.  Donde lo dicho, se intenta ser uno, pero son dos y punto.

El final que a muchos hace ruido, me parece lo suficientemente ambiguo como para que resulte reflexivo y como para que algunas preguntas (incómodas, también) se alcen maquiavélicamente sin poder evitarlo.

Pero si este retrato del  amor adulto, inseguro y poco maduro no es suficiente como pastilla de realidad, siempre quedan otras opciones. Revolutionary Road es de las más extremas.


Confieso que tengo este filme desde que se estrenó (2008) y por algún motivo hasta este año (2012) lo evadí eficazmente. La culpa la tiene Titanic y Celine Dion, que canta en mi cabeza cada vez que veo a Kate Winslet y a Leo DiCaprio juntos (la mano, el frío, el océano, la muerte…)

Una de esas tantas noches en que recurrí al hábito compulsivo de poner dvds en mi reproductor, finalmente la vi. 

Ahora que quiero empezar a describirla, repentinamente me estanco y no puedo, porque es muy dura y lo duro siempre duele, y el dolor no se puede describir muy bien, pero ahí está.

La historia está basada en un libro homónimo de Richard Yates, el cual no leeré nunca.  Porque no. Una parte de mí se perdió irremediablemente con el final de esta película, así que mejor no.

Yates viene de un hogar roto, sus padres se divorciaron cuando él tenía 3 años. Ya en adulto se casó dos veces y se divorció ambas. Revolutionary Road fue su primer novela y es de suponer que lo narrado en sus páginas no será un cuento de hadas.

Sam Mendes, a quien conocemos por dirigir películas como American Beauty, o la algo insípida Away We Go, tomó el reto de adaptar el relato a la pantalla gigante. Lo hace en el único tono que se puede hacer: frío, sin concesiones, y una crudeza que conmociona.

Frank (Leonardo DIcaprio) y April (Kate Winslet) son una pareja de treinteañeros. Cuando se conocen ella sueña con ser actriz, él quiere hacer cosas divertidas, aventurarse. Son jóvenes, tienen la vida por delante.

Los años pasan, se casan, tienen hijos. Son una familia.

La rutina que esto conlleva, los sueños postergados, la juventud perdida, las responsabilidades, hacen que el portarretrato familiar se convierta en un vacío en el que los protagonistas se ahogan.

April no es feliz. Frank no es feliz. Tienen estabilidad, y todo es en apariencia perfecto. Han cumplido los ciclos vitales. Las cosas están en el lugar que deben estar. Para la sociedad llevan una vida ejemplar. Pero NO son felices. La idílica y metafórica calle Revolución en la que viven, no es suficiente.

Y esa infelicidad trae decisiones drásticas, esperanzas desesperadas. April propone que se vayan a vivir a París. Allá, ella será la que trabaje, Frank buscará una vocación, y no se resignarán a ser lo que los demás esperan que sean, sino que tratarán de ser lo que ellos desean ser. Una revolución.

El plan no suena mal. Eso pensaba: Váyanse a Paris, dedíquense a la horticultura, a criar chanchos, o lo que sea, pero por misericordia, dejen de ser tan infelices.

Quizás el único pero que le pongo al filme sería el personaje de Michael Shannon como el loquito que dice verdades que nadie se atreve. El actor logra una buena interpretación pero el uso de esta muletilla explicativa y metafórica me emputaba a ratos.

Una serie de acontecimientos nos llevan tortuosamente al final. Uno de esos finales que se desean olvidar. Resetear en la memoria.

Es difícil asistir a la autopsia de una relación, al olor fétido que emana, a la putrefacción. Porque hay cosas que podés congelar o formolizar y deja de oler, pero cuando se alcanza un grado tan grande de descomposición, no queda nada más que taparte la nariz, mirar pa otro lado y aguantar las ganas de vomitar.

Pero ¿cómo se pueden aguantar las ganas de vomitar cuando se filman películas como Lunas de Hiel del gran Roman Polanski? Filmada en 1992, solo se puede vivir como una admonición. 

Este, quizás, sea uno de los trabajos más infravalorados de Polanski. Asumo que el problema es que casi al final se torna algo irregular, aunque eso no le quite una primera parte tan asqueante como hipnótica.


Nigel (Hugh Grant) y Fiona (Kristin Scott-Thomas) están celebrando su aniversario y para ello toman un crucero. Son un matrimonio estable, tranquilo, normal. En el barco se topan con una extraña pareja conformada por la sexy y enigmática Mimi (Emanuelle Seigner) y Oscar (Peter Coyote).

Oscar conoció a Mimi en un restaurant, ella era mesera. A pesar de la enorme diferencia de edad, condición social, cultural, etc…iniciaron un apasionado y tórrido romance.

Al principio se encuentran en esa fase en la que si tu pareja se rasca la nariz lo encontrás lo más erótico del mundo. Ambos son perfectos, hermosos y superinteligentes ante los ojos del otro.

Pero eso no puede durar para siempre. Las cosas suceden muy rápido. Se mudan a vivir juntos, la rutina y el estar pegados todo el día hacen lo suyo. Sin darse cuenta, se establece una relación de codependencia poco saludable.

De pronto, ese incendio que antes los consumía comienza a apagarse. El deseo se desvanece, las ganas locas de estar uno con el otro menguan. Las señales de que la relación es inviable, de que se trata de la crónica de un fracaso anunciado son demasiado visibles.

Como el ser humano es muy pelotudo y terco, ambos intentan frenar el curso irreductible de los acontecimientos y tratan de reavivar la pasión con cuanto juego sexual se les pase por la mente.

Escenas grandiosas donde Polanski da rienda suelta a todos sus fetiches se suceden en pantalla. Ni siquiera el hecho de que la actriz protagónica sea su esposa en la vida real, hizo que Polanski pusiera reparos en toda la carga sexual del filme.

Oscar y Mimí que antes cogían para enaltecer su amor y dejar constancia de él, ahora usan el sexo como balsa ante un naufragio. Cogen por compromiso y degradan el acto íntimo hasta límites inauditos.

Cuando pensás que la situación ya es insostenible, nos adentramos más en esa letrina hedionda que significa una relación fallida. Aquí están todos muertos, no hay ningún herido.  Y cómo apesta.

Te tapás la nariz, mirás pa otro lago e intentás aguantar las ganas de vomitar. Pero no se puede. Polanski te escupe, te pisa y te estruja con este relato autodestructivo y amargo.

Una vocecita interior, muy ñoña, te dice que “yo nunca llegaría a eso”, pero sabés que hay quienes llegan a eso y más.

Vangelis es el encargado de matizar los ambientes. Los sórdidos y terribles ambientes.  Oscar, le narra a Nigel su historia, la historia de un amor trágico, de una relación enfermiza que no se pudo encausar.  Nigel que parece tan correcto, se deja envolver morbosamente por el relato.

El final moralizante y algo flojo, es esperado desde la mitad. No se puede hablar del amor como Polanski lo hace, sin llegar a ESE final.

Porque Lunas de Hiel es como ESAS películas que ya mencionamos, esas que hacen ver a Silvio como un pussy, esas que joden, sacuden, y no hablan de pedos olidos en nombre del amor.

Esas que simplemente hablan de lo terrible que es el amor, y de lo más terrible aún que es el vacío que deja a su paso.

miércoles, mayo 23, 2012

LAS LOKI AVENTURAS
Por: Mónica Heinrich V.


Pudo ser peor. A Joss Whedon algunos no lo conocían ni en pelea de perros. De hecho, lo más llamativo de su currículum es que como  fan de X-Men se moría por participar en la primera entrega e ilusionado escribió un guión completito, del cual solo extrajeron dos líneas. Patada en el ego.

Aparte de ese poco halagador pasado, el tipo había dirigido series de TV, y ni siquiera “grandes” series, sino esas mamertadas como Buffy, la cazavampiros y Angel.

Si me preguntan, Crepúsculo parecía el siguiente paso lógico.

Escarbando más, entre sus créditos también figura como creador y guionista de la serie Firefly, que nunca he tenido la oportunidad de ver pero que en The Big Bang Theory nombran como uno de los pocos motivos por los que Sheldon Cooper suplicó algo: que no la cancelen. Hmmmm…si Sheldon lo dice.

Y bueno, en la práctica Whedon escribe comics, es fan de los comics, y seguramente ha esperado años para esta gran oportunidad.

En mi caso, después de los tremendos chascos suscitados con Linterna Verde, El Avispón Verde, todas las Spider Man, y la herida imborrable que significa el retorno de Superman, pues ni muchas esperanzas, ni grandes expectativas.

La desagradable perspectiva de ver OTRA VEZ a Capitán América y al oxigenado Thor, eran elementos muy matapasiones.

Pero ahí estábamos ante uno de los filmes más esperados de los últimos años. Y para no desentonar con la maquinaria hollywoodense, el argumento no puede ser más estúpido. 

Durante todos los filmes que nos anticipan lo “espectacular” que será Avengers, veíamos a Samuel Lee Jackson reclutando a héroes para una misión especial.

La película empieza justo cuando lo especial llega y los Avengers son requeridos, porque sí…hay que salvar el mundo, y mostrar algo de heroísmo al final del día.

En esa cosa insufrible llamada Capitán América, Nick Fury (Samuel Lee) y sus pupilos encontraron una fuente de energía con un potencial desconocido. Guardaron el aparatito, y se dedicaron a examinarlo esperando usarlo para fines propios. Good Morning ,Vietnam.

Ahora resulta que mientras ellos jugaban al científico comprometido, Loki tenía otros planes. Se acuerdan de Loki, el hermanastro envidioso de Thor? Pues Loki se nos loqueó del todo, y se alió con un ser (¿?) de otro planeta.

Pequeña pausa para que se digiera esa información.

Señores, Loki ya demostró con creces que es un resentido tratando de probar que no es el crispín que en realidad es (en su versión fílmica, en los cómics es n veces más interesante). Entonces, escapa a mi entendimiento cómo Loki que no tiene un ápice de criterio para nada en la vida, y ya fue derrotado miserablemente por Thor en la otra película, regresa tan campante como si fuera el propio, el más más.

Porque Loki, ahí donde lo ven, quiere hacernos talco.


Seh. Como no puede ser de otra manera, eso solo es detenido/afrontado/ por: Iron Man, La Viuda Negra, Hulk, HawkEye, Capitán América, Thor…

De más está hablar de las connotaciones mitológicas, de las fidelidades comiqueras, místicas, y what ever del asunto. No importa un carajo. Tampoco importa un carajo los accidentados o tontísimos giros del argumento. Menos que todo ese despelote ocurra, insisto, gracias a Loki.

Lo único que importa es que ese sancocho de héroes, bichos, traiciones, explosiones, y caos es batido con mano firme, buen ritmo y logrando el punto caramelo para que al salir del cine tu corazón esté limpio y sin rencores.

Nuestro Sherlock…digo Iron Man (Robert Downey Jr.), está con la dosis correcta de humorsito negro, odioso, e hincha pelotas que ya le hemos visto en su propia saga. La viuda negra (Scarlett Johanson) que funge como ornamento sensual, cumple sin tropiezos. Hulk (Mark Ruffalo) le pone el tono sobrio a su papel. Loki, amen de su estúpido personaje, es excelentemente interpretado por Tom Hiddleston, quien rescata del absurdo a su villano. Hasta Thor que lucía bastante pelotudo en su filme personal, se reivindica entre tanto tole tole.

Puntos flojos: el ñoñazo, bruto con b gótica del Capitán América. En su película fue casi doloroso verlo. Su traje, su personalidad, todo en él conspira `para que deseés que muera sin piedad.

Además del sinsentido imperante en el argumento que se perdona porque es un comic, es ciencia ficción, no es Shakespeare, y todas las cosas que se dicen para justificar la estupidez, podemos apuntar como otra de sus falencias a que, lo siento, debo decirlo: NO ES LO ESPECTACULAR QUE SE PROMETIO.

Sí, cumple como entretenimiento al pedo, sin complejos, sin culpas, más o menos como cuando te atragantás con una hamburguesa, un milshake, papas fritas, aros de cebolla, un hershey pie, una coca cola gigante, y después llegás a tu casa a raspar las ollas. Claro, pero aparte del atracón, no es algo especial, ni remotamente memorable.


No tiene una sola escena que me haga pensar WOW. Todo ya está muy visto, más manoseado que tanga de stripper.

Aún así, se disfruta. El tiempo pasa, gastás un par de horas donde podés sumergirte en esa catarsis muy americana, donde solo ves las lucecitas de colores, sin pensar mucho, sin pedirle nada a la vida. Simplemente dejándote llevar.

Los créditos salen, ves el nombre de Joss Whedon, pensás que el cojudo no lo hizo tan mal. Te quedás, pocos se quedan. Recordás que hay dos escenas de yapita, una que anuncia la secuela y otra al final de toda la chorizada de créditos, donde el chistesito “gourmet” que se escucha durante el filme cobra sentido.

Y listo.

Con eso termina una apertura de cuatro franquicias (Iron Man, Capitán América, Hulk, Thor)  y un montón de plata en trailers de expectativa.

No sé, pero me sentí un poco triste.


Lo mejor: Divertida, para pasar el rato.
Lo peor: la ñoñez de Phil.
La escena: Dos: Thor y Hulk; Loki y Hulk.
Lo más falsete: Loki como némesis
El mensaje manifiesto: Los héroes salvarán al mundo
El mensaje latente: Los héroes son pelotudos
El consejo: Vela en versión original subtitulada, incluso si tenés que sacrificar el pinche 3D.

El personaje entrañable: Hulk, seguido muy de cerca por Iron Man.

El personaje emputante: Capitán América. ZZzzzzZZZZZzzzzz

El agradecimiento: Que no sea tan chota

CURIOSIDADES
-       Se negoció con Edward Northon para que encarne a Hulk, sin llegar a un acuerdo por lo que finalmente el papel recayó en Mark Ruffalo.
-       Es el primer filme Marvel distribuido por Disney.
-       Lou Ferrigno el Hulk original de la serie de los 80s, hace la voz de Hulk en esta película.
-       Tony Stark viste una camiseta de Black Sabbath durante el filme, es un guiño al conocido tema de Black Sabbath “Iron Man”.
-       Para lograr credibilidad como HawkEye, el actor Jeremy Renner fue entrenado por arqueros olímpicos.
-       Stan Lee, el famoso autor de comic, tiene un cameo en el filme. El hombre mayor que es entrevistado luego de la batalla en Nueva York.
-       Presupuesto 220 millones. Lleva recaudado más de 1 billón.
-       En Avengers además de las cámaras Arriflex y Arri Alexa, se usaron 5 Canon D5 y 2 Canon D7.
-       La secuela será precedida por Iron Man 4.

miércoles, mayo 02, 2012

LA MOSCA
Por: Mónica Heinrich V.
 Un momento basta para cambiar la existencia. Un instante. En cuestión de parpadeos podés cagarla pateando penales como Messi, Ronaldo, Ramos y Kaká. En otros, llegás a la gloria.

En el lugar equivocado a la hora equivocada pasan cosas malas, en el lugar correcto a la hora correcta pasan cosas buenas.

Segundos decisivos.

Una mosca percibe el movimiento humano en slow motion, y su visión de 360 grados hace que le sea posible anticipar el peligro y darse el lujo de terminar su comida antes de escapar.

Sehhhh…somos como esa canción chota onda poesía que se escuchaba por las madrugadas en una FM de Santa Cruz de la Sierra: Tú eres parte del universo, tienes derecho a existir…y bla bla bla bla…

Eran las 9 de la noche en suelo porteño y ese era el mensaje, el concepto en el que descansaba el más reciente show de Mayumaná. Lo de la viveza o virtud de la mosca aparecía en una pantalla únicamente para mostrarnos que la tecnología es parte inherente de nuestra vida diaria.

Mientras, un integrante del famoso grupo israelí calentaba al público y yo, por primera vez, me encontraba sentada en el Gran Rex de Buenos Aires. 

En mi mente se agolpaban pensamientos: Frío. Bjork perdida. Spot. Thai Food. ¿Nos cobraron el programa? Tigo funciona. Confessions. Ley del Menor. Joaquín Cortés petacudo. Bob Dylan WTF. Mosca pendeja.

Nunca había pensado en la mosca con admiración. A excepción quizás de las negras/genocidas imágenes que Mafalda puso en mi mente cuando mataba moscas con el veneno en spray y que hizo que consecuentemente dejara de matar moscas.

Ahora resulta que la mosca es interesante, y que encima su cerebro tiene un movimiento neuronal similar al de una computadora.

Fascinante, diría Sheldon Cooper.
Pero aquí el tema no es la mosca perse, sino lo que Mayumaná intentaba decir a través de ese tierna introducción.

Alguien dirá, con justa razón, “Esperá,  ¿qué mierda es Mayumaná?” Pues desde hace años uno de mis anhelos era ver a este grupo de baile. Porque ver bailar siempre es lindo, y porque ver bailar muy bien es mágico.

Creados en Israel en 1997, se trata de un elenco formado por jóvenes bailarines de varios países.

Mayumaná viene de la palabra hebrea Mayumanut', מיומנות , ', que significa habilidad, destreza. Y eso es lo que ofrece: el baile contemporáneo converge con la percusión, el teatro, humor, la tecnología y las coreografías donde además de instrumentos habituales se sirven de elementos urbanos para crear sonidos y danza (escobas, turriles, cajas, etc…)

Un espectáculo así solo puede ser un éxito y actualmente hay tres shows de Mayumaná que se presentan simultáneamente en algún lugar del mundo.

A mí me tocó ver Momentum 2.0. y de esa manera quemé una quimera más de esas que atesorás, y que luego vas destruyendo como “pompas de jabón”…

Digamos que si ya viste shows como los del Circo del Sol o los Blue Man Group, ver a Mayumaná te sabe como a una cuarto de libra con queso comprada en la McDonald.

Ajá, ya me puse cojuda con mi incendiada quimera. Y fue un bonito show, no digo que no…pero a diferencia de los otros mencionados, Momentum 2.0. tiene el concepto pegado con moco, como para decirnos que todo ese despliegue de baile, y despelote tiene un sentido, y encima es un sentido que apela hacia la usada idea de: VIVIR EL MOMENTO…

Un bailarín interactúa con el público y la página de Facebook oficial del grupo. Los presentes empiezan a enviar mensajes en tiempo real que son vistos y contestados en la pantalla gigante que tiene el escenario. Relojes, y frases célebres alusivas al tiempo se intercalan con los números.

En una de sus rutinas más logradas, los bailarines muestran cómo el corazón de cada uno late con ritmos diferentes: Batucada, beatboxing, danza clásica, baile contemporáneo, ilustran estas diferencias.

Algunas rutinas apuestan por un montaje audiovisual que se combina con la presencia del artista en vivo. Una de las bailarinas aparece en escena tocando una guitarra de palo. Cuando abandona el escenario su imagen con idéntico vestuario y actitud continúa tocando la guitarra en la pantalla, la misma chica regresa con otro instrumento o con una coreografía que luego es incorporada a la guitarra. Y así sucesivamente en un increscendo.




La idea base no es mala. Su mayor problema es que de los 10 bailarines que habían en escena, dos eran realmente sobresalientes y el resto eran bailarines estándar, incluso había uno que estaba fuera de forma, y para ver bailarines fuera de forma mejor me quedo en mi casa.

Otro detalle, si vendés un show donde la precisión es tu marca, espero ver a todos los crispines moviendo el brazo a la misma altura al mismo tiempo, porque uno que se salga de tiempo jode la cuestión y la mística.

Más. No sé quién se copió de quién, o si es algo de “moda” ajuera, pero muchos de los elementos argumentales de Momentum 2.0. eran idénticos a los usados por The Blue Man Group. A saber: incursionar con las cámaras entre el público y hacerlo participar. Crear una situación en que alguien del elenco corteje a una dama del público. Llevar a dicha dama al escenario, filmar todo y al final hacer un collage de imágenes de lo filmado.

La diferencia está en que los azules alienígenas de The Blue Man Group desde el concepto de ellos mismos como sorprendidos seres ante un mundo moderno incomprensible, hasta su show en el que todo está hilado y justificado, resultan más honestos.

Mayumaná, sin embargo, tiene cosas a destacar: una interacción con el público muy conseguida desde el inicio, un par de rutinas en las que el virtuosismo de los bailarines mencionados brilló como un faro en la oscuridad, y una sensación “feel good” generalizada al caer el telón.

¿Basta? No. Para lo esperado esa fría noche de abril, “feel good” es solo eso.

Un día después, Farruquito, el príncipe del flamenco, en el mismo lugar, a la misma hora, dejaría su impronta convirtiendo ese “feel good” en la magia esperada.

Esa magia que agita los corazones y nubla la mente, días, meses, años después de  vivida.