jueves, abril 05, 2012

A LONELY STAR
Por: Mónica Heinrich V.

Parecía que no, parecía. Pero gracias a la diligencia y empeño de Londra Films, finalmente El Artista puede disfrutarse en el país como se debe: en pantalla gigante.

Debo reconocer que ya estaba un poco podrida de los homenajes, bastante podrida. Eso no impidió que mi corazón cinéfilo se agitara como mariposa dentro de un vaso chato ante la perspectiva de ver una película en blanco y negro, muda, protagonizada por franceses que simulaban ser actores gringos y hasta con un perro que hacía ver a Lassie como un pobre cojudo.

La felicidad, diría Palito Ortega.

Todo comienza en 1927 con George Valentin (Jean Dujardin), a quien el filme nos presenta en la cresta de la ola. Él es el Brad Pitt de esa época, el que le baja los calzones a las chichis (groupies) con solo mirarlas. Una mezcla de Clark Gable, Rodolfo Valentino, Douglas Fairbanks, y otritos.

George está casado y es la estrella del momento.

The Artist arranca en la premier de A russian affair, su último trabajo. Ahí, entre te doy besito, me das un autógrafo, te agarro una nalga, te robo una pestaña, me mirás y el alboroto usual con que algunos se relacionan con las “celebridades”, aparece la vivaracha Peppy Miller (Berenice Bejo).

Peppy Miller es fansita de Valentin (se pone un poco stalker después) y además es la típica que quiere ser actriz rica y famosa. Si Peppy Miller viviera en estas épocas, sería como esos participantes de American Idol que audicionan una y otra vez, una y otra vez.

Ambos personajes se conocen, escenas vienen y van, para de repente decirnos que ZAS! a esta gente la golpea el cine sonoro. O mejor dicho, a George Valentin, símbolo omnipresente del artista caído en desgracia, el cine sonoro le pasa por encima como un tsunami.

El conflicto es bastante prosaico: actor en decadencia ante el nuevo formato y su incapacidad de adaptación. Lo nuevo vs lo viejo. El mundo sigue su curso sin vos, cambia, o sea SE MUEVE, porque sí…porque no sos imprescindible, porque después de vos vienen más y mejores y porque lo viejo fenece, se hace pasado y puede (PUEDE) que renazca en homenajes…seh.

Argumentos similares hemos visto ene veces, y encima mucho mejor llevados.

Me vienen a la cabeza la magnífica A Star is born, Cantando bajo la lluvia, y sobre todo Sunset Boulevard dirigida por Billy Wilder, y a quien Hazanavicius le dedicó su Oscar. Las tres son ya parte del cine sonoro, y en el caso de Sunset Boulevard la trama es oscura como agua de pozo.

Ahora que lo pienso, esas historias de “antes” fueron muy pendejas en cuanto a contenido y hacen que The Artist que pretende homenajear a grandes filmes mudos que al final son sonoros, nos parezca un poco (solo un poco) convencional.

Sí, Hazanivicius toma elementos conocidos y básicos de las silent movies, pero se agarra de lo más light, de lo más liviano. Es como cuando vas a una ciudad que no conocés y te dan el City Tours. Conocés lo turístico, lo que todo turista debería conocer, pero para conocer realmente esa ciudad tendrías que ir a otros sitios y ver otra gente.

Si la comparamos con películas mudas de Murnau, Ozu, Harold Lloyd, Griffith, Keaton, Chaplin, o con sonoras del mismísimo Billy Wilder, etc…The Artist sale muy mal parada.

O eso pensé yo que justo me acababa de despachar dos hermosos filmes días antes: My Best Girl con la señorita Mary Pickford, encantadora película muda de 1927 y también Paper Moon, que no pertenece a la era muda, pero que trataba de recrear la Gran Depresión con una propuesta diferente.

En ambas quedé fascinada por todo, en la primera por su frescura, su ingenuidad, su gracia, que en el contexto en que fue filmada justificaba cada una de sus escenas; en la segunda porque en su homenaje, el director se la jugó. Para su época no fue solo el retrato de la Gran Depresión, sino que el tipo aportó lo suyo en cuanto a su visión de ese periodo y a nivel de argumento, estilo de planos y montaje.

Por eso The Artist me suena a película que vende más de lo que en realidad tiene, sin que eso impida que ME COMPRE y que tal como sucede con Hugo, Medianoche en París o hasta Los Descendientes, aceptés que no es perfecta y llegués a disfrutarla a pesar de todo.

Si nos dejamos seducir por sus momentos mágicos, encontramos que The Artist está bien filmada, con unos actores principales que derrochan carisma y un perro que te hace pensar que todos los perros van al cielo (sí, sí van)

Era lógico y evidente que este filme arrasaría con los Oscar, de hecho en las charlas antes de la premiación decía que se lo iban a dar todo por ser un homenaje no solo al cine mudo sino a la industria hollywoodense a pleno. Y es bonito premiar lo que nos dice que somos bonitos.

Además del homenaje, tributo, pequeña copia, lo que sea, The artist transita por momentos emotivos.

Triste cuando nuestro George Valentin, el otrora papichulo camina como un “don nadie” por las calles mientras al fondo se lee una marquesina que reza “Lonely star” (estrella solitaria).

Triste cuando los años pasan y ya no solo es una estrella solitaria, sino una estrella apagada. Una clara analogía a todas esas rutilantes estrellas que luego de la fama y el éxito sufrieron el más desgraciado final, final como el de la ya mencionadísima Mary Pickfford, quien murió aislada, con problemas mentales y contadas visitas de amigos. O la olvidada Pola Negri, diva del cine mudo, que con la llegada del cine sonoro se hizo evidente su fuerte acento polaco y su incapacidad para hablar bien inglés, por lo que su carrera se extinguió.

Hazanivicius logra capturar esa sensación. Esa nostalgia. Muy a pesar de los escasos recursos del filme.

Para quienes conocen la filmografía del francés, se nos antoja a un parisino que llega a Nueva York y se pone la camisela I love NY, mientras mira arrobado los rascacielos.

Hazanavicius es conocido por una trilogía (homenaje, parodia, tributo, lo que sea) sobre las películas de James Bond. En ella(s), Dujardin repite en el protagónico con idéntico registro que en The Artist y también aparece Berenice Bejo, esposa del director.

Si en dicha trilogía la pareja funciona con creces, en la película que los ha lanzado a la fama Dujardin hace querible a un George Valentin que en otros pies pudo resultar no solo antipático sino detestable. La argentina Bejo, por su parte, hace que Peppy Miller sea encantadora. La sweetheart por antonomasia.

Quizás el mayor acierto del director francés fue un casting perfecto, en el que incluiremos una aparición de Malcom McDowell, recordado Alex en La Naranja Mecánica (escena en que Peppy va al primer casting y hay un tipo leyendo el periódico) ; John Goodman, que no estaba muerto andaba de parranda; James Cromwell y Uggie, el perro que hace que algunas partes pesadas sean menos pesadas.


El final, que como dije, bebe de las silent movies más elementales, consigue llegar al punto exacto en el que podés perdonarle a The Artist no pasar de un borroso bosquejo.

La experiencia se agradece. Comparada con lo “de antes” queda deslucida, pero puesta a la altura del cine actual donde tenemos cositas como Transformers 2 y Furia de Titanes 2 y Dumb and Dumber 2, solo puede ser una brisa de aire puro.

Aire puro, fresco y necesario.

LO MEJOR: tiene sus momentos

LO PEOR: es bonita y nada más

LO MAS FALSETE: y bue…la historia de “amor”

LA ESCENA: cuando Peppy juega con el saco de George, el duelo de baile, y el baile final.

EL MENSAJE MANIFIESTO: qué bueno era el cine de antes

EL MENSAJE LATENTE: qué cine de mierda se hace ahora

EL CONSEJO: Vela, la experiencia lo vale.

LA PREGUNTA: ¿cesarán los homenajes?

CURIOSIDADES

Hazanavicius quería que se llamara George y Peppy, el estudio definió que fuera The Artist.

La casa de Peppy en el film, fue en realidad la casa de Mary Pickfford, la primera sweetheart americana. La cama donde despierta George Valentin luego de las quemaduras, es también la verdadera cama de Mary Pickfford.

Cuando George Valentin mira una película suya, está viendo la gran película La marca del zorro, protagonizada por Douglas Fairbanks y que fue intervenida en los close up para poner la cara de Valentin.

En el filme se usa un tema musical extraído de Vértigo, película de Alfred Hitchcock. La viuda del compositor confirmó que no se pidieron las licencias o permisos del caso, pero que ella después de ver The Artist sabía que su marido hubiera aprobado el uso del tema.

Dujardin y Bejo ensayaron el baile del final durante cinco meses.

Se filmó en 35 días.

Se filmó a colores y luego se pasó a blanco y negro.

Dujardin es el primer actor francés en recibir el Oscar a Mejor Actor.

La dirección de arte y el diseño de producción se inspiraron en filmes de Murnau.

La escena del desayuno es un homenaje a una escena del Ciudadano Kane.Presupuesto de 15 millones de dólares.