TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR
Por: Mónica Heinrich V.
Hay una dura realidad: Desde hace tiempo que el cine nacional ha gestado walkers (*) y estos walkers nos regalan trabajos que apuntan a la alegría perenne de la alfombra roja, al bochinche de la premier, a la atención mediática y a la palmadita en la espalda de amigos y conocidos.
Por: Mónica Heinrich V.
Hay una dura realidad: Desde hace tiempo que el cine nacional ha gestado walkers (*) y estos walkers nos regalan trabajos que apuntan a la alegría perenne de la alfombra roja, al bochinche de la premier, a la atención mediática y a la palmadita en la espalda de amigos y conocidos.
Es así que mientras los títulos que apuntan a sobar
egos personales y construir mitos de barro siguen saliendo uno detrás de otro
como si se tratara de soplar y hacer botellas (diría compañero de butaca), es
difícil resistirse a la tentación de ver el nombre de Jorge Sanjinés y no
esperar algo bueno. Es difícil.
Y mucho tiene que ver el hecho de que en nuestra pequeña
historia cinematográfica no hay de dónde colgarse si no es de los nombres de unos
cuantos, y entre esos cuantos se encuentra el señor Jorge Sanjinés.
Habrá quien piense que dicha reputación es
inmerecida, pero permítanme disentir.
El nombre de Sanjinés no es solo importante por su
trabajo como cineasta, sino también como gestor cultural. Director del grupo
UKAMAU, dicho grupo fundaría la primera escuela de cine del país, así como la
primera institución de cine-debate: el Cine Club Boliviano.
El empeño y la paciencia que Sanjinés puso para impulsar
el cine en el país, solo puede rescatarse.
Así como destaca su trabajo, espejo de una convulsa
época. Entre los 60s y los 80s, sus películas se atrevieron a lo que no se atrevían
las demás, por primera vez hablaban del indígena.
Ukamau (1966), se convirtió en la primera película
boliviana hablada en aymara. El vanguardismo achacado a su compleja La Nación
Clandestina (1989), la hizo leyenda no solo dentro del país sino fuera de él.
Sus bellísimos y tristísimos planos en los que nos golpeaban la pobreza, la
desigualdad social, la lucha que durante muchos años el sistema no reconoció
como voz, se convirtieron en la marca de Sanjinés, en su reputación.
Eso sucedió en tiempos, como ya dije, convulsos e
inciertos. Y como ya dije, la mayoría indígena de este país no solo era
ignorada, sino en muchos casos era despreciada. Sería ingenuo y necio negar
eso.
A través de su obra, Sanjinés le dio visibilidad al
minero, al campesino, al obrero. “El cine
con el pueblo” era una de sus máximas. Reconoció abiertamente hacer un cine
político que buscaba participar en el proceso de la liberación del pueblo
boliviano. O sea, nunca vendió gato por liebre. Desde siempre la postura
política de Sanjinés ha sido bastante clara y definida.
Pasaron los 80s. En 1995 lanzaría Para recibir el canto de los pájaros,
una tibia e irregular película, y el 2004 llegaría con la intrascendente Los Hijos del último jardín.
Se intuía un declive, se lo palpaba en el aire, algo que
muchos no queríamos asumir del todo, porque sí, porque a veces las cosas no
salen bien y punto. Porque un “resfalón” lo tiene cualquiera. Y porque
Sanjinés, seguirá siendo el Sanjinés de referencia obligada, el Sanjinés
histórico y uno de los papis del cine boliviano, gracias al legado que dejó
hasta los 80s.
Este 2012, el mito regresa con bombos y platillos.
Encima cuenta con un presupuesto del que ninguna otra película boliviana puede
alardear.
Rodada en 8 semanas, INSURGENTES es llevada a la
pantalla como un docu-ficción.
La propuesta elabora un repaso histórico hacia
líderes indígenas que pelearon por la soberanía de sus pueblos en distintas
épocas.
Conocemos o recordamos a Santos Marka T´ula,
Eduardo Nina Quispe, Bartolina Sisa, Tupac Katari, entre otros. Los espacios
temporales son caprichosamente mezclados sin que haya una razón para ello. El
tono es revestido de un misticismo muy propio del cine de Sanjinés y claro,
intenta hacer paralelismos o metáforas con los días que corren.
El
problema de Insurgentes radica en que se puede ser militante, se puede rendir
pleitesía a una causa, o convertir tu obra en un panfleto, pero si lo vas a
hacer: que quede bonito. Que se vea bien. Que esté armado de una manera
artística que justifique el que una persona que no es de tu militancia la vea,
y capaz, hasta la disfrute. Aquí no sucede eso, la militancia otrora dirigida a
una postura anti-sistémica o defensora de la clase obrera-trabajadora ante el
Estado, ahora se encuentra no solo a merced del sistema sino en una franca propaganda
del Estado, como si el único respaldo a la lucha indígena sea la actual
presidencia de Evo Morales.
Que no se
me malentienda. El tema no es político pero es político. Me parece que no es lo
mismo indigenismo que evismo, pueden estar relacionados pero no es lo mismo. Como
tampoco es lo mismo clases sociales que movimientos sociales. Y en este caso,
muy a pesar de ser o no ser evista, la clara alusión a que los héroes indígenas
de antes tienen su reflejo en el actual presidente es una interpretación que se
puede hacer sin necesidad de poner al mismísimo Evo en pantalla. Las
apariciones que tiene Evo en Insurgentes le hacen flaco favor a Sanjinés, a la
peli, a quien la mira y a Evo mismo.
Entiendo, también, que no es fácil. No es fácil resumir la accidentada historia boliviana e intentar explicar con criterio y buen tino el proceso que hace que ahora las cosas estén como estén. También entiendo, comprendo y asumo que toda película tiene un mensaje ideológico o político o social, toda, pero como dije, el gran problema no está en que Sanjinés tome una postura ante la vida y lo haga de manera tan contundente, el problema está en la forma y la aproximación que hace de esta postura a través de su obra.
Entiendo, también, que no es fácil. No es fácil resumir la accidentada historia boliviana e intentar explicar con criterio y buen tino el proceso que hace que ahora las cosas estén como estén. También entiendo, comprendo y asumo que toda película tiene un mensaje ideológico o político o social, toda, pero como dije, el gran problema no está en que Sanjinés tome una postura ante la vida y lo haga de manera tan contundente, el problema está en la forma y la aproximación que hace de esta postura a través de su obra.
Manera que como ya dije más que beneficiar
a su trabajo, lo degrada.
Aparte de
lo ya expuesto, estamos ante una floja estructura sostenida únicamente por los
interesantísimos personajes que Sanjinés rescata del olvido y por la
magnificencia de algunas de sus escenas.
Puede ser
que sea cierto que cada país tiene el cine que lo representa o el que cine que
lo identifica, y puede ser que al ver esta película por lo menos quede claro
algo: Un dolorosísimo proceso histórico, traumático en todas sus fases,
desgraciado en todos su ámbitos, y una fractura entre grupos de poder o de
subyugados, que hasta el día de hoy se arrastra sin pudor.
Una linda
fotografía a cargo de Juan Pablo Urioste, así como una aceptable (aunque no
notable) dirección de arte y vestuario, terminan de darnos razones para ver el
filme.
La hermosa
música de Cergio Prudencio se torna excesiva por momentos, momentos en los que
el silencio se agradecería profundamente.
Las
actuaciones en general no incomodan, aunque en las escenas que se requiere
mayor parlamento es donde afloran las mismas deficiencias de casi el 90% de los
audiovisuales en este país.
Con todo,
Insurgentes resulta superior a Para recibir el canto de los pájaros y Los hijos
del último jardín, sin embargo no alcanza ni por si acaso a la redondez
mostrada en las obras cumbres de Sanjinés: Ukamau o La nación Clandestina.
Por sí
sola y apartándonos de las gratuitas comparaciones, INSURGENTES nos saca un
rato de ese cine que le rinde culto a la bobería, y al facilismo que reina en
las últimas producciones nacionales. Intenta, desde y por su militancia,
acercarnos a personajes de la historia boliviana que son en algunos casos
desconocidos y en otros casos olvidados para el boliviano promedio.
Quizás lo
que se le pueda rescatar es eso. Personajes como Eduardo Nina o Bartolina Sisa,
o situaciones históricas como la revuelta contra Villaroel, el cerco a La Paz,
la Guerra del Chaco, que dan ganas de conocer más o investigar a profundidad.
Lo triste
es que a pesar del presupuesto, del nombre de su director, de las intenciones,
y de no ser un tema boludo (puteríos de pueblo, borracheras u onanismos existenciales)
INSURGENTES a nivel técnico no sorprende ni propone.
Es una gran producción, pero su fórmula se queda en los 80s con el gol en contra de que NO estamos en los 80s. Habla de temas importantes, pero al estar revestidos de un dejo propagandístico, dichos temas importantes quedan descoloridos.
El 2012,
después de años de no filmar, regresa un Sanjinés que no pasa la prueba del
tiempo.
El tiempo
es así… no siempre es benigno.
*Walker.-
“caminante”, palabra utilizada en la serie “The walking dead” para describir a
un zombie que se arrastra y se alimenta de la gente infectándola con su
enfermedad.
Lo mejor: Tiene algunas escenas realmente hermosas. Y claro, el acercamiento a figuras históricas desconocidas u olvidadas.
Lo peor: Que Sanjinés no pudo acoplarse a los tiempos que corren, tiempos en que hay una delgadísima línea que divide lo progre de antes y lo panfletario de hoy.
La escena: el cerco a La Paz, las secuencias de los ataques.
Lo más falsete: La presencia de Evo en pantalla, demasiado.
El mensaje manifiesto: Bolivia es rica en historia
El mensaje latente: Qué jodido el proceso histórico de Bolivia
El consejo: Vela, es importante verla...apartándose de cualquier sesgo político o estético.
El personaje entrañable: Eduardo Nina, qué buen personaje! Me quedé con ganas de saber mucho más de él. Un tipo interesantísimo.
El personaje emputante: En un momento dado salió a la calle una mujer que gritaba, traumatizada por los terribles sucesos vividos durante los enfrentamientos. A ella, deseaba que le llegue una bala de cañón.
El agradecimiento: Que si le quitamos el halo místico hacia el jefe de Estado, la historia base es muy interesante y necesaria.
El agradecimiento: Que si le quitamos el halo místico hacia el jefe de Estado, la historia base es muy interesante y necesaria.
CURIOSIDADES
Se filmó con la RED ONE
Dura 83 minutos
Es escrita y dirigida por Sanjinés
Tuvo un proceso de documentación de alrededor de 8 meses y la pre-producción 6 meses