martes, enero 29, 2008

Gus Van Sant: un poeta entre los desamparados
Por: Irma Velasco

Cuando se presenta cotidiana, casi sutil, la violencia puede ser tan fácil de ignorar como el hecho de no ver a un elefante en medio de un salón. [1]

20 de abril de 1999. Es un jueves cualquiera en el colegio preparatorio de Columbine en Colorado (Estados Unidos). Elephant de Gus Vant Sant recrea aquella rutinaria mañana entre alumnos que practican deporte, van a clases y conversan en el comedor, hasta que sus reiterativas y comunes acciones son interrumpidas por dos adolescentes armados que acaban con la vida de 14 estudiantes.

Van Sant retrata la tragedia a través de una cinta de ficción que por su estética se asemeja al documental.

Premiada en el año 2003 con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, la película consolida el regreso de la faceta experimental del cineasta, aquella que tanto aplaudió y reconoció la crítica del cine independiente, en sus primeros trabajos.

A través de una cámara que sigue los pasos de los personajes en cada uno de sus actos, recorremos los interminables y pálidos pasillos del colegio. Casi nos sentimos asfixiados en el laberíntico transito por sus instalaciones; desde los campos de deporte, a la biblioteca, los cursos o el comedor, nos persigue la tensión de una violencia no visible, del presentimiento de una matanza que está a punto de cruzarnos en el próximo corredor.

El filme lejos de buscar respuestas, se centra en una mirada hacia el universo adolescente desde los distintos elementos que lo componen: la familia, los video juegos, un sistema educativo que marginalaza y quizás, el mundo mismo, donde cada día se construye una realidad agresiva que pasa desapercibida.

Sin embargo, ninguna de estas razones se convierte en la causa de la violencia, en si misma. Tanto que, mientras uno de los asesinos juega a matar con un ‘video game’, su compañero, también asesino, toca a Beethoven en el piano.

El lente de Van Sant no solo escudriña los diferentes hechos que envuelven la vida, aparentemente sencilla de un adolescente, también desde una óptica formal ofrece varias perspectivas de una misma acción, ángulos diferentes que fracturan el espacio, rompen el relato y producen cambios en la mirada del espectador.

En Todo por un sueño (1996), el cineasta norteamericano ya había presentado una narración de varios puntos de vista que descomponían la historia para darle un nuevo sentido. Suzanne (Nicole Kidman), una ambiciosa joven que desea convertirse en una presentadora estrella de televisión, intenta eliminar a su marido al considerarlo un obstáculo para su carrera. Mientras se desarrolla este argumento, se suceden una serie de entrevistas frente a la cámara, en las que los personajes involucrados dan diferentes versiones de los hechos, y rompen la temporalidad y la cronología del relato.

Más allá de las coincidencias formales entre el Elefante de Gus Van Sant y sus otros filmes, los adolescentes de la matanza de Columbine también recuerdan a aquellos personajes de las primeras producciones del estadounidense; todos jóvenes que viven al limite de sus vidas.

Así, las chicas bulímicas o los adolescentes asesinos se parecen a los huérfanos de Drugstore Cowboy (1989), en su desamparo profundo.

Cuando Bob Hughes (Matt Dillon), líder de un grupo de jóvenes toxicómanos, que se dedica a robar farmacias y hospitales en busca de drogas y fármacos, decide rehabilitarse debe enfrentase al reconocimiento de dos realidades igualmente duras: la efímera pero certera felicidad que proporcionan los fármacos, breve evasión de una segunda realidad, en la que los huérfanos agotan las posibilidades de acercarse a sus sueños.

Más tarde, Mi Idaho privado recoge y sintetiza éste y otros temas que atraviesan su filmografía: nuevamente la dolida juventud, la homosexualidad y la familia. El filme interpretado por Matt Dillon, River Phoenix y Keanu Reeves, logra imponer a Van Sant como uno de los cineastas más prometedores.

Una notoriedad que creció entre el gran público cuando el cineasta se acercó a los grandes estudios con la realización de Will Hunting (1997), crónica de un joven delincuente (Matt Damon), rescatado por un profesor de matemáticas, que fue recompensada con dos premios Oscar de la Academia.

Posteriormente, trataría un tema similar en Finding Forrester (2000). Dos cintas comercialmente exitosas que lo mantuvieron al margen de su etapa experimental.

Entre tanto, sus adeptos habituados a la originalidad del cineasta, desmerecían este coqueteo con el cine de la industria, y la crítica reprobaba el remake de Psicosis (1998) copiado plano a plano del original de Hitchcock, sólo que a colores.

Pocos entendieron que probablemente, aquella licencia le permitió al cineasta realizar un ejercicio y ponerse a prueba frente a una de las joyas del cine.

Sin embargo, su ambición creativa regresa a la escena cinematográfica poco antes de evocar la tragedia en la preparatoria de Colorado, a través de Guerry (2002). La travesía de dos amigos por el desierto californiano, con una construcción que le permite salir nuevamente de los modelos narrativos tradicionales.

Guerry y Elephant comparten varias similitudes en su afán por romper ciertas convenciones cinematográficas: ambas se desarrollan en un lugar único, fragmentan el tiempo, utilizan varios ángulos para filmar una escena y siguen a través de largas tomas el caminar de sus personajes.

Todas ellas, características ahondadas en su última producción, Last Days (2005), basada en la vida del icono grunge Kurt Cobain, con un sentimiento de búsqueda artística y creativa tan honestas que superan los puros deseos de originalidad.

Nuevamente, la crónica del artista suicida recuerda a los adolescentes de Columbine, aislados por la soledad y encerrados en si mismos, ninguno es capaz de ver al elefante.

Filmografía:


Milk (2008)

Paranoid Park (2007)

Last Days (2005)

Elephant (2003)

Descubriendo a Forrester (2000)

Psyco (1998)

El indomable Will Hunting (1997)

Todo por un sueño (1995)

Ellas también se deprimen (1993)

Mi Idaho privado (1991)

Drugstore Cowboy (1989)

Mala Noche (1985)

[1] Esta leyenda popular inspiró el título de una película de la BBC sobre la violencia en Irlanda del Norte en 1989, Elephant. Titulo que retomó para su filme Gus Van Sant.

miércoles, enero 23, 2008

ESA ODIOSA COSTUMBRE
Por: Mónica Heinrich

Nombre: Brad Renfro
Edad: 25 años
Profesión: Actor
Encontrado muerto el martes pasado, aparentemente por sobredosis.

Una semana después…

Nombre:
Heath Ledger
Edad: 28 años
Profesión: actor
Encontrado muerto este martes, aparentemente por sobredosis.

La muerte es algo que nos golpea todos los días, con sólo abrir el periódico se asoman los que perdieron la vida de forma natural, accidental o intencional, así como los que la perdieron al nacer, apenas aprendiendo a caminar, adolescentes, jóvenes, adultos y viejos. La promiscuidad del no existir es algo ya común, así como su absoluta e indiscriminada agenda.

Pero en este espectro en que nos movemos los amantes del cine, es fácil sentirse conmovidos o shockeados por la muerte de uno de aquellos que solemos ver en las pantallas, y a quien le sabemos el nombre, edad, parejas conocidas, filmografía, proyectos futuros, etc…El cine sí es una cinta de sueños, como decía Orson Wells, y la gente que lo protagoniza suele convertirse fácilmente en alguien “cercano”.

La primera vez que vi a Brad Renfro fue en la película El Cliente, famoso filme de suspenso protagonizado también por Susan Sarandon y Tommy Lee Jones. En ese entonces Brad tenía tan sólo 11 años, y era evidente que poseía un talento innato que lo hacía parecer una joven promesa. Casualmente, mi hermana menor quedó prendada de este actor y con el pasar de los años vimos casi todas sus películas, incluida aquella de 1995 llamada The Cure, que a nadie le interesa dos pepinos, pero que a nosotras fue la que más nos marcó. No era una “gran” película, pero trataba sobre la amistad de dos niños vecinos, uno Brad Renfro y otro, el también adolescente, Joseph Mazzello. En esta cinta Mazzello tenía SIDA, y el personaje de Brad intentaba encontrar una cura haciendo un descabellado viaje por USA. Muy conmovedora.

A lo largo de los años supimos de su triste adicción a la heroína y a la metadona, así como fuimos testigos de su deterioro físico y múltiples arrestos…no hace falta más que ver sus fotos de adolescente y comparar con alguna de los últimos años. Si bien es cierto que la noticia de su muerte no fue un “sorpresón”, no dejó de causar tristeza saber que este talentoso actor, murió a los 25 años, aparentemente por sobredosis, dejando a un hijo en la orfandad. Lo anecdótico vendría al saber que dos días antes de morir se hizo un tatuaje en su espalda con la siguiente frase: “F*CK ALL Y’ALL” (asterisco incluido).

Se puede entender esa frase, si sabemos que ninguno de los padres de Brad fue capaz de encargarse de él luego de divorciarse cuando era pequeño, siendo su abuela la que lo crió. Se puede entender esa frase, si sabemos que Brad fue descubierto cuando participaba de clases de actuación dedicadas a niños y jóvenes con problemas de drogas. Se puede entender esa frase cuando a lo largo de su carrera y tropiezos con la ley, nunca se supo nada de su familia, ni de su “desesperada lucha” por rescatarlo y hoy en su obituario resulta que tenía a sus dos padres vivos, a sus abuelos, a sus padrastros, una hermana, hermanastros, y un desfile de parientes y amigos que se llenan la boca hablando de lo buen muchacho que era, pero no fue ninguno de ellos la persona que abrió la puerta de la habitación donde se encontraba muerto.

Por otro lado, este martes anochecemos con la devastadora noticia de que el actor australiano Heath Ledger también murió, fue encontrado desnudo en su habitación y rodeado de pastillas, en otra aparente sobredosis. Ahora su imagen ocupa todas las portadas y se habla de sus ojos tristes, de un intento de suicidio en septiembre y de una profunda depresión.

La primera vez que vi a Heath Ledger fue en 10 cosas que odio de ti, una simpática película para adolescentes basada en el clásico shakesperiano La fierecilla domada, me encantó. De ahí en adelante pude verlo en su fase pre-fama en producciones menores como Monsters Ball, Ned Kelly, El caballero, etc.. o como hijo de Mel Gibson en El Patriota. No sería hasta Secreto en la montaña, con su personaje de vaquero gay que saltaría definitivamente a la fama. A Heath siempre se le criticó que una vez alcanzado el status de mega-estrella, prefiriera hacer películas de corte independiente y poco pipoqueras. Heath reconoció no ser un estratega comercial de su carrera, pero que le gustaba hacer películas de ese tipo. Una de sus más aclamadas fue Candy, donde interpretaba a un poeta drogadicto envuelto en una relación amorosa hiperdestructiva.

Heath Ledger también sufrió por el divorcio de sus padres cuando él contaba con apenas 10 años, y adquirió un desapego a la vida que muchas veces mencionó en diversas entrevistas. Este mismo Heath, a quien pusieron ese nombre en honor al atormentado Heathcliff de Cumbres Borrascosas es el que aparece muerto a sus 28 años. El 2005 fue padre de una niña, de este nacimiento dijo:” Ahora no me importaría morir, porque siempre viviré a través de ella”.

El 2008 queda todavía la oportunidad de disfrutar de uno de sus últimos trabajos, esta vez bajo la batuta del dotado Christopher Nolan en la última versión de Batman, personificando, en una curiosa paradoja, a la caricatura de la sonrisa eterna: El Guasón.

Y surge la pregunta: ¿A dónde van Brad Renfro y Heath Ledger? ¿Habrá un paraíso donde se juntan aquellos para los que la vida se tornó insoportable y sucumbieron ante un suicidio abierto, o un suicidio sutil (consumo de drogas)? Me gusta imaginar que en estos momentos Heath y Brad se encuentran en amena tertulia con River Phoenix, Jonathan Brandis, Philippe Lemaire, Hervé Villechaize y otros.

Quizás no haya que buscarle explicaciones a nada, sino aceptar lo que dijo el escritor español César González-Ruano: “La muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir”.