Cuando se presenta cotidiana, casi sutil, la violencia puede ser tan fácil de ignorar como el hecho de no ver a un elefante en medio de un salón. [1]
20 de abril de 1999. Es un jueves cualquiera en el colegio preparatorio de Columbine en Colorado (Estados Unidos). Elephant de Gus Vant Sant

Van Sant retrata la tragedia a través de una cinta de ficción que por su estética se asemeja al documental.
Premiada en el año 2003 con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, la película consolida el regreso de la faceta experimental del cineasta, aquella que tanto aplaudió y reconoció la crítica del cine independiente, en sus primeros trabajos.
A través de una cámara que sigue los pasos de los personajes en cada uno de sus actos, recorremos los interminables y pálidos pasillos del colegio. Casi nos sentimos asfixiados en el laberíntico transito por sus instalaciones; desde los campos de deporte, a la biblioteca, los cursos o el comedor, nos persigue la tensión de una violencia no visible, del presentimiento de una matanza que está a punto de cruzarnos en el próximo corredor.
El filme lejos de buscar respuestas, se centra en una mirada hacia el universo adolescente desde los distintos elementos que lo componen: la familia, los video juegos, un sistema educativo que marginalaza y quizás, el mundo mismo, donde cada día se construye una realidad agresiva que pasa desapercibida.

Sin embargo, ninguna de estas razones se convierte en la causa de la violencia, en si misma. Tanto que, mientras uno de los asesinos juega a matar con un ‘video game’, su compañero, también asesino, toca a Beethoven en el piano.
El lente de Van Sant no solo escudriña los diferentes hechos que envuelven la vida, aparentemente sencilla de un adolescente, también desde una óptica formal ofrece varias perspectivas de una misma acción, ángulos diferentes que fracturan el espacio, rompen el relato y producen cambios en la mirada del espectador.
En Todo por un sueño (1996), el cineasta norteamericano ya había presentado una narración de varios puntos de vista que descomponían la historia para darle un nuevo sentido. Suzanne (Nicole Kidman), una ambiciosa joven que desea convertirse en una presentadora estrella de televisión, intenta eliminar a su marido al considerarlo un obstáculo para su carrera. Mientras se desarrolla este argumento, se suceden una serie de entrevistas frente a la cámara, en las que los personajes involucrados dan diferentes versiones de los hechos, y rompen la temporalidad y la cronología del relato.
Más allá de las coincidencias formales entre el Elefante de Gus Van Sant y sus otros filmes, los adolescentes de la matanza de Columbine también recuerdan a aquellos personajes de las primeras producciones del estadounidense; todos jóvenes que viven al limite de sus vidas.
Así, las chicas bulímicas o los adolescentes asesinos se parecen a los huérfanos de Drugstore Cowboy (1989), en su desamparo profundo.
Cuando Bob Hughes (Matt Dillon), líder de un grupo de jóvenes toxicómanos, que se dedica a robar farmacias y hospitales en busca de drogas y fármacos, decide rehabilitarse debe enfrentase al reconocimiento de dos realidades igualmente duras: la efímera pero certera felicidad que proporcionan los fármacos, breve evasión de una segunda realidad, en la que los huérfanos agotan las posibilidades de acercarse a sus sueños.
Más tarde, Mi Idaho privado recoge y sintetiza éste y otros temas que atraviesan su filmografía: nuevamente la dolida juventud, la homosexualidad y la familia. El filme interpretado por Matt Dillon, River Phoenix y Keanu Reeves, logra imponer a Van Sant como uno de los cineastas más prometedores.
Una notoriedad que creció entre el gran público cuando el cineasta se acercó a los grandes estudios con la realización de Will Hunting (1997), crónica de un joven delincuente (Matt Damon), rescatado por un profesor de matemáticas, que fue recompensada con dos premios Oscar de la Academia.
Posteriormente, trataría un tema similar en Finding Forrester (2000). Dos cintas comercialmente exitosas que lo mantuvieron al margen de su etapa experimental.
Entre tanto, sus adeptos habituados a la originalidad del cineasta, desmerecían este coqueteo con el cine de la industria, y la crítica reprobaba el remake de Psicosis (1998) copiado plano a plano del original de Hitchcock, sólo que a colores.
Pocos entendieron que probablemente, aquella licencia le permitió al cineasta realizar un ejercicio y ponerse a prueba frente a una de las joyas del cine.
Sin embargo, su ambición creativa regresa a la escena cinematográfica poco antes de evocar la tragedia en la preparatoria de Colorado, a través de Guerry (2002). La travesía de dos amigos por el desierto californiano, con una construcción que le permite salir nuevamente de los modelos narrativos tradicionales.
Guerry y Elephant comparten varias similitudes en su afán por romper ciertas convenciones cinematográficas: ambas se desarrollan en un lugar único, fragmentan el tiempo, utilizan varios ángulos para filmar una escena y siguen a través de largas tomas el caminar de sus personajes.

Todas ellas, características ahondadas en su última producción, Last Days (2005), basada en la vida del icono grunge Kurt Cobain, con un sentimiento de búsqueda artística y creativa tan honestas que superan los puros deseos de originalidad.
Nuevamente, la crónica del artista suicida recuerda a los adolescentes de Columbine, aislados por la soledad y encerrados en si mismos, ninguno es capaz de ver al elefante.
Filmografía:
Milk (2008)
Last Days (2005)
Elephant (2003)
Descubriendo a Forrester (2000)
Psyco (1998)
El indomable Will Hunting (1997)
Todo por un sueño (1995)
Ellas también se deprimen (1993)
Mi Idaho privado (1991)
Drugstore Cowboy (1989)
Mala Noche (1985)
[1] Esta leyenda popular inspiró el título de una película de la BBC sobre la violencia en Irlanda del Norte en 1989, Elephant. Titulo que retomó para su filme Gus Van Sant.