Habrá quien vea la película con ojos bienintencionados, quien crea que un chico en edad de tener las hormonas alborotadas como un bolillo de bingo puede vivir obsesionado sólo por su caballo.
Habrá quien sienta que es normal que ese mismo chico que va a la I Guerra Mundial, al calor del fragor de la batalla no mirará con nostalgia la foto de sus padres, ni pensará sumido en la nostalgia en su hogar allá por las campiñas inglesas o tendrá sueños húmedos con la hija del carnicero, no, él mirará los dibujos hechos a mano de…adivinen…sí…su caballo.
Puedo empatizar en algún nivel con el argumento. Tengo tres perros, (momento freak) que gozan de nombres/apodos/ropa/peluquero/veterinario/cumples/juguetes/rutinas, los ADORO, mi vida no sería lo mismo sin ellos y eso hace que quiera abrazar a cualquier perro que se me cruce en el camino.
Pero no sé, como que War Horse llega a un nivel de desquicie más profundo, como que cruza la delgada línea roja que me separa de las pastillas antipsicóticas y las terapias grupales.
Para ser más claros: la trama del último filme de Steven Spielberg es vecina directa de la historia verídica de la tipa que pagó 50.000 $us. para clonar a su perro.
Ajá.
No es mi intención romper el encanto (sí, sí es), pero creo que War Horse es la prueba fehaciente de dos cosas:
- Estamos ante el peor trabajo de Spierbelg desde Indiana Jones y la escena estúpida de la heladera. Y por ahí es peor que esa, porque War Horse se toma en serio.
- El lobby reina en Hollywood, nominar esta bosta a tantos premios sólo es síntoma de que la mano que mece la cuna por esos trechos es parte del brazo de…adivinen…Spielberg.
En la Inglaterra de 1914, nace Joey (pobre, Joey) Escena 1. Spielberg en su casa piensa cómo hacer para que entendamos que se trata de un caballo con garra y personalidad desde que es parido. Escena 2 Spielberg filma a Joey en la apertura que ustedes verán. Escena 3 Ahí es cuando muchos usamos el WIFI del celular para averiguar cuánto durará y descubrimos aterrados que serán más de dos horas y media!!
El caballo crece, revoltoso, brioso y pendejo. En una subasta pública es comprado por Narracott, un granjero que piensa que el equino es especial (como todo ser viviente que se cruzará con él) y, contrario a sus necesidades económicas, lo compra.
Al llegar a su casa, su hijo Albert queda prendado de Joey (insertar música de Benny G)
Albert es interpretado por el barbieoso actor (parece un muñeco del mundo Barbie) Jeremy Irvin, que en la película se la pasa con actitud positiva, estridentemente emocionado por todo evento que sucede, además de ”in loooove” con el caballo.
Una gran actriz como Emily Watson es desperdiciada como la esposa del tal Narracott, y claro…los problemas llegan. La guerra llega. La guerra al estilo Disney.
Entiendo que Spielberg rinde un evidente homenaje a las grandes epopeyas del cine clásico onda Lo que el viento se llevó. De hecho, hay un par de escenas que son casi calcos descarados de la mítica película protagonizada por Clark Gable y Vivian Leight.
¿El problema? Está desangelada, desproporcionadamente cursi y con un guión que sólo puedo calificar de horrible. La tan cacareada fotografía de Janusz Kaminski no es ni tan espectacular, ni tan inolvidable como quieren hacernos creer. Hugo y El Árbol de la vida se la revuelcan en fotografía.
Son casi tres horas que se pasan lentísimas, deseando que el Barbie Boy muera al pisar una mina, o que se le explote una granada de mano para que agonice desfigurado durante media hora ante nuestros ojos mientras los bichos le carcomen las heridas. Muere, Albie, muere!!!
Los guionistas Lee Hall y Richard Curtis tienen en su pasado cosas como Billy Elliot y Cuatro Bodas y un funeral, lo que me pone a dudar si la culpa es realmente del guión o es Steven “dulce de leche” Spielberg el que hace que la historia se sienta tan “RARA” y a cada momento le susurrés malévolamente a tu compañero de butaca: “¿Y si mejor Albie se muere?.
Reconoceré que hay momentos que sí están bien construidos y donde podemos decir: “AHHHH, este es nuestro Stevie (tal cual) el de La Lista de Schindler, el de Salvando al soldado Ryan”, pero son momentos…como cuando te quedaste despierto toda la noche y ves que amanece, o cuando pisaste puchi de vaca durante el día y recién te das cuenta al llegar a tu casa. Algo así.
La película está musicalizada grandilocuentemente a la vieja usanza. Sí, seguimos con el homenaje. John Williams, que ha trabajado con Spielberg montón de veces, y cuyo currículum es tan kilométrico como su edad, compone una banda sonora cuyo objetivo es subrayar el meloserío. Más azúcar para el mundo.
En el apartado actoral, el francés Niels Arestrup que interpreta al abuelo de la chica enferma (la que parece arrancada de un musical de Broadway), es el único personaje digno aparte del caballo. Es como un lunar, como un pequeño espacio puro y blanco en una pared llena de dibujos infantiles, huevos estrellados y chocolate derretido.
Hay dos momentos específicos en los que le perdí el respeto a Steven. SPOILER (El que no la haya visto, salte a la siguiente parte) 1) Cuando cosito queda cegatón y empieza a hacer el pinche sonido. Por qué no te moriste Albie, POR QUE???! y 2) la charla ridícula entre el alemán y el inglés cuando el caballo está herido. Sí. O SEA! Nunca la guerra se vio tan humillada. Entiendo el “mensajito antibelicista”, pero…todo tiene su límite…FIN DEL SPOILER.
Quizás mi cinismo hizo que corrieran negros, turbios y apestosos pensamientos acerca de Joey y Albie, quizás. Quizás, yéndonos a una mirada diáfana, complaciente, AMABLE, podríamos decir que War Horse es bonita, humana, y dulce. Quizás.
Pero la certeza es que desde esta esquina, desde este humilde hogar en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, War Horse sólo me huele a azúcar quemada.
Una lástima por Joey (aka Bronco), que si esta película merece un Oscar se lo debería llevar él.
LO MEJOR: Tiene uno que otro momento
LO PEOR: no apta para diabéticos
LO MAS FALSETE: el encendido amor de Albie, los años que pasan, y la escena del reencuentro.
LA ESCENA: estuvieron muy bien: la del molino, la del ataque a caballo al campamento y la del gas.
EL MENSAJE MANIFIESTO: Si es el amor de tu vida, volverá (muajajaja)
EL MENSAJE LATENTE: es triste cuando la nostalgia no innova
EL CONSEJO: no hay consejo posible. Estás por tu cuenta.
LA PREGUNTA: ¿Recuperaremos algún día a Steven?
CURIOSIDADES
- 14 caballos hicieron de Joey en la película
- Finder, el caballo principal, también apareció en Seabiscuit
- El escritor del libro en que se basa la peli, Morpurgo, hace un cameo en la escena inicial del filme.
2 comentarios:
gracias mil por ahorrarme mi tiempo tan preciado estos días y evitarme ver semejante cursilería que incluye un caballo. Solo los yankis para amar a los animales mas que a las personas. Y solo ellas (las yankis) para soñar con tener caballos. Siendo este el mainstream, yo paso de eso.
Carlota
Carlota
pues te cuento que la historia de los caballos que murieron en la guerra es bien interesante, y hay anécdotas jodidas sobre eso, claro que si uno se pone a pensar en el contexto queda como ridículo todo, pero elay. Lo triste es que Spielberg hizo ESTo, pero bueno por lo menos no le dieron nada en los Oscar y acá en Santa Cruz la peli estuvo en cartelera unos cinco días, parece que no jaló gente al cine.
Saludos!!!
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