lunes, mayo 24, 2010
miércoles, mayo 19, 2010


Samira nos cuenta una historia de delicada belleza y armonía, de una exquisita simplicidad, dos hermanas que ya han alcanzado casi la adolescencia, han sido mantenidas en cautiverio en su propia casa, sin poder pasar más allá del portón que da a la calle, su padre aduce que como la madre es ciega, él deja encerradas a las tres mujeres para que no se pierdan ni les hagan daño.
Además, como parte de la cultura iraní, dice que si alguien llega a tocar a las niñas estas quedarían deshonradas y que ha sido por el bien de ellas que no les permitía salir. Como resultado, las niñas presentan un déficit en sus habilidades sociales y un atraso en su desarrollo de todos sus procesos, cognitivos, motores, etc..
martes, mayo 11, 2010


3) HAMBRE EN NIGER (Finbarr O Reilly)

El periodista británico canadiense O`Reilly fotografió una secuencia de imágenes en Níger (no confundir con Nigeria), uno de los países más pobres cuyo Indice de desarrollo humano es el más bajo del mundo (dicho índice involucra vida larga y saludable, educación, nivel digno de vida).
4) CLAVADOS (Julian Abram Wainwright)

Durante los juegos olímpicos del 2008, se vivieron momentos impactantes. Los atletas, que consiguen ser atletas gracias a n entrenamientos, se convierten en modelos para el lente de cualquier fotográfo. En este caso Wainwright hizo una secuencia de imágenes durante la semifinal de clavado desde los 10 metros en los Juegos Olímpicos de Pekín. Hermosas y artísticas fotos en blanco y negro.
lunes, mayo 03, 2010
Así la describe un manuscrito del judío Zalmen Gradowski: "Todos están aturdidos y miran a su alrededor preguntándose dónde los han traído. Allí reina una férrea disciplina. Allí nos encontramos en un campo de la muerte.Es una isla muerta. El hombre no viene allí para vivir, sino para tarde o temprano encontrar su muerte".
Estoy en Auschwitz.
Veo la puerta, el letrero que te recibe y que se transforma en una frase cínica y cruel para los prisioneros: El trabajo hace libre.

No sé. Camino por el mismo sendero por el que pasaban cientos de judíos, gitanos, homosexuales, criminales de guerra, etc.. Etiquetas. Categorías. Obscenos Números. Tal número de judíos, tal número de gitanos. Tal número de homosexuales. Tal número de vagones. Tal número de barracas. Tal número de crematorios. Tal número de cámaras de gas. Tal número de oficiales. Tal número de sobrevivientes. Tal número de muertos. Números obscenos.

Manejo información en mi mente. Anna Frank. La lista de Schindler. La vida es bella. Los Falsificadores. El Tren de la Vida. El niño con el pijama a rayas. Kindertransporter. Las Benévolas, La noche. El alba. El día, El Tambor de Hojalata, Amén, Nuremberg, El Gran Dictador, El PIanista, La Aritmética del Diablo, Monseiur Batignole, El cuidador del Zoo, Europa, Europa. Sophi Schol. La Secretaria de Hitler. El hundimiento.
Nos llevan primero al museo. No imagino qué pueden mostrar ahí. Cómo pueden exhibir el horror en vitrinas y cómo puede alguien realmente comprenderlo.
Me equivoco. El horror sí puede ser exhibido en vitrinas. Y el horror sí puede golpearte hasta el punto que tenés ganas de sentarte en una grada y llorar todo el día, toda la semana, todo el mes, todo el año.

La cantidad es obscena. En Auschwitz casi todo es obsceno. No puedo mirar la cara de mis compañeros de "tour", no quiero ver en el rostro de los demás el dolor que percibo en el mío.
Pasamos a otras vitrinas. Cientos de maletas apiladas. Maletas con los nombres de los presos pintadas con letras grandes. Nombre, lugar de procedencia y fecha de nacimiento. Los presos al transportarse pensaban que tarde o temprano serían liberados y por eso tenían mucho cuidado de rotular bien sus pertenencias. Cientos de maletas con/sin dueño. Cientos.
Más cuartos. Uno lleno de ropa, donde hay ropa de niños y de bebés. Vestiditos, zapatitos, un montón de cosas que sólo podés nombrar en diminutivo. Los dueños de esas cosas muertos. Todos muertos. Niños muertos. Bebés muertos.

Nos llevan por un pasillo donde a cada lado hay hileras de fotos de los presos. Esos que fueron seleccionados para trabajar. Son fotos tipo pasaporte. De frente, de perfil. Con el uniforme a rayas. Abajo el nombre. La fecha en la que ingresó al campo, la fecha en la que murió. Casi todos mueren entre los primeros 6 meses y el año. Pasás por ese pasillo lleno de ojos, pasillo que se te antoja eterno.

Karl Fritzsch, uno de los jefes SS del campo, decía a los prisioneros recien llegados: Acaban de venir no a un sanatorio. Es un campo de concentración, del que sólo hay una salida: a través de la chimena del crematorio. Los judíos tienen derecho a vivir dos semanas. Los curas 1 mes, los demás 3 meses.
Veo las caras. Están frente a la cámara, muchos han perdido a sus familiares en el proceso de selección. Hay resignación, tibias sonrisas, esperanza, desesperanza, fortaleza, debilidad. Casi todos muertos. Gente muerta. "Aquí filmó Spielberg la escena de la Lista de Schindler donde el tren llegaba lleno de presos y hacían la selección", dice el guía.
Me olvido del cojudo de Spielberg. Aquí hacían la selección! Aquí separaban mujeres, niños, enfermos, ancianos de los que estaban aptos para el trabajo. Aquí mandaban directo a las cámaras de gas a los que no eran seleccionados.
Es un campo amplio. Grande. Muy grande. No imagino cómo podían controlarlo. No imagino cómo se organizaban para matar tanta gente, quemarla y que no queden más que cenizas. No imagino cómo fueron capaces de hacerlo, NO IMAGINO, pero el guía nos lleva. Nos lleva a los crematorios, a las cámaras de gas.
Las cámaras de gas son como sótanos, donde hay una especie de lobby. Ahí, los prisioneros dejaban sus ropas, se desnudaban y pasaban al cuarto donde supuestamente los iban a bañar. Hay prisioneros judíos que están obligados a colaborar con esas funciones. Ni siquiera ellos desean decirles la verdad a los condenados. Para qué exaltarlos, es inevitable. Trancan las puertas. Largan el gas. El proceso dura 30 minutos. Los más suertudos son los que están cerca de los conductos por donde sale el gas, mueren casi inmediatamente. Otros, tardan en morir hasta 20 minutos. Tal número de judíos, tal número de gitanos, tal número de homosexuales. Tal número de muertos. No hay sobrevivientes. El horror.No imaginaba. ¿Cómo imaginarlo?
Los crematorios tienen especies de camillas donde antes de quemar los cuerpos sacaban dientes de oro o cabellos. Los cabellos los usaban, como ya conté, para hacer tela. Los dientes de oro los fundían y hacían lingotes destinados a enriquecer al Tercer Reich.
Pero no han terminado. Auschwitz era el campo de concetración más grande que tuvo Alemania, y a pesar de sus continuos asesinatos y aniquilaciones, sus instalaciones se vieron sobrepasadas. Tuvieron que crear un campo anexo para dar abasto entre tanto prisionero/muerto/cenizas. Casi todas las barracas, crematorios, cámaras de gas que vemos y que se extienden entre alambres y verjas, fueron construidos por los mismos prisioneros.




Llegamos a los restos que quedaron de lugares que los nazis dinamitaron tratando de cubrir sus crímenes en su apresurada huída. Nuestro joven guía nos cuenta que si bien la Segunda Guerra Mundial terminó, muchos de los prisioneros que sobrevivieron al campo de concentración murieron por el crudo invierno cuando eran trasladados a campos de refugiados. Y otros tantos fueron arrestados (otra vez) por motivos políticos, y ejecutados por los rusos. Los rusos ejercieron un régimen stalinista y fue recién en los 80s que Polonia finalmente empezó un camino trastabillante hacia la democracia.
La PostGuerra en esa zona no fue sencilla. Los vestigios aun se sienten. El guía se despide, nos agradece la visita, nosotros lo aplaudimos por el intenso "tour". Nos quedamos frente a lápidas que contienen un sentido homenaje a todas las víctimas del holocausto en varios idomas.


Una advertencia para la humanidad. Para la Humanidad dicen en las lápidas. Y hoy, en el 2010, aún la gente se mata en nombre de la religión, la raza, y se cometen atrocidades por las diferencias étnicas, políticas o culturales. No hay absolución posible.
Nos retiramos. Aún nos quedan 2 horas de retorno hacia Cracovia. Intento ordenar las ideas para contar la experiencia. Es complicado.
Al llegar, el recepcionista del hotel (ayudó a reservar el tour), nos pregunta qué tal.
¿Qué se puede responder?
Un exprisionero lo escribió: En nuestro idioma no hay palabras para expresar esta injuria, esta destrucción del hombre.