Incendies compitió el año pasado por el Oscar a Mejor Película Extranjera. La Academia, como siempre, eligió algo menos “incómodo” y más políticamente correcto: la danesa Heaven (Por un mundo mejor) .
Ojo, a mí me gustó Heaven. La vi en el cine Palace. Era la primera película que veía ahí desde que lo abrieron de nuevo, así que estaba más emocionada que perro con dos colas.
Recuerdo que se me escapó alguna lágrima ante la obra de Susanne Bier. Recuerdo, también, que le dije a compañero de butaca: “Bier es de las que hace cosas bonitas y suaves”. Recuerdo que igual, a pesar de lo bonito y lo suave, fue jodido. Porque la vida es jodida. Porque la gente muere, mata y se mata.
Y un año después, aquí estamos.
Ya no en el cine Palace, porque en ningún cine de este maldito pueblo exhibirán Incendies. Sino en mi habitación, usando una Imac como DVD/TV, en una curiosa y perturbadora prueba de que la manzanita sirve para todo.
Le di play con el mouse y ni bien comenzó supe a ciencia cierta que estaba ante una buena película. Y fue raro, raro porque la canción en inglés me emputó, y pensé “no debió poner esa canción”, y raro porque aunque la canción en inglés me emputó y pensé que no debió ponerla, me enganché a la historia. O, mejor dicho, la historia me enganchó…me agarró las tripas y no las soltó.
En USA, una mujer muere. Una mujer deja un testamento. Una mujer tiene dos hijos que reciben ese testamento. En ese testamento, la mujer pide a sus dos hijos que encuentren a su padre (de ellos) y a su hermano (de ellos). Los hijos (de ella) se miran estupefactos: para ellos papá murió tiempo atrás y hermano nunca tuvieron.
Esa mujer no tendrá lápida, ni descansará en paz hasta que ambos (padre supuestamente muerto, hijo supuestamente inexistente) sean encontrados y reciban una carta cada uno. Además, sólo con ese deseo cumplido, los hijos recibirán, a su vez, otra carta.
Entonces, los hijos (hombre/mujer/gemelos/hermanos) tienen que desentrañar ese misterio, y la mujer muerta, la del testamento, la de las cartas, tendrá que encontrar paz en su tumba. Así tiene que ser.
El director canadiense Denis Villeneuve fragmenta Incendies en lugares y personajes para que conozcamos la desgarradora historia de la mujer, de los hijos, del padre supuestamente muerto, del hijo supuestamente inexistente, de las cartas, de aquello que se incendió y se perdió entre la violencia de la guerra.
Alternando tiempos y momentos históricos, esta película “política pero apolítica” tiene una atmósfera dura y seca. Así llegaremos tarde o temprano a la mujer que canta. Esa mujer que presa en una cárcel del medio oriente, cantará cada vez que sus verdugos la torturen o escuche las torturas a las que son sometidas sus compañeras de encierro.
El guión escrito por el mismo director golpea anímicamente en varios momentos. Se abstiene de situar la búsqueda y el encuentro en algún lugar específico para no echar culpas. O quizás, porque las culpas en esos trechos no se pueden repartir equitativamente.
En una escena se hablará del hilo de odio y terror que no se rompe y que pasa de generación en generación. Como intentando explicar el porqué las cosas que pasan, pasan. Por qué los personajes que el filme evoca existen, y por qué la vida puede ser tan dura.
Villeneuve se pasa en el giro final. Yo lo intuí a medio camino, pero me dije: “No, es demasiado”, porque sí, porque es demasiado, porque uno se imagina que esas cosas no ocurren y que si ocurren mejor no usarlas en una película para justificar una historia.
Incendies, se pasa o, tal vez, se queda corta. No sé. Lo que sé es que cuando la ves, pensás en la película y en el talón con los tres puntitos y en el talón de los tres puntitos que fue niño y que mata niños. O por lo menos yo pensé. Y sigo pensando. Porque lo dije: la vida es jodida. La gente muere, mata y se mata.
En Incendies nos muestran cómo una mujer que canta deja de cantar. El silencio es atronador.
LO MEJOR: Bien filmada, toca.
LO PEOR: algunos excesos, la musiquita en inglés, las cartas finales
LO MAS FALSETE: lo “armado” de algunas escenas
LA ESCENA: la del bus, la de los niños
EL MENSAJE MANIFIESTO: el odio se pasa de generación en generación
EL MENSAJE LATENTE: el odio, todo lo destruye
EL CONSEJO: vela
LA PREGUNTA: ¿hay reconstrucción posible?
CURIOSIDADES
Se filmó en Canadá y Jordania
Está hablada en francés, árabe e inglés
La canción en inglés de la que hablo es You and whose Army, de Radiohead.
Está basada en una prestigiosa obra teatral del mismo nombre escrita por Wajdi Mouawad
5 comentarios:
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gracias, paso a visitar!
La vi este fin de semana que paso. Y a todos los que la vimos nos gusto! y aunque yo amo radiohead, creo que no combinaba con esta peli.
Carlota
Carlota:
qué bueno que la viste, me alegra que les haya gustado. Y sí, la canción como que no pegaba, hacía que le de un aire tipo videoclip, yo hubiera preferido algo más sobrio...igual tiene sus grandes momentos y por eso hay que verla. Besossss
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