Todo esto gracias a un diligente y entrañable (diría Julio Iglesias) amigo, que tuvo la delicadeza de regalarme la película 4 meses, 3 semanas, 2 días, del director rumano Cristian Mungiu (gracias M. A.) El tema puede parecer trillado, una chica veinteañera decide abortar y su amiga, compañera de piso, la ayuda.
Hasta ahí puede tratarse de cualquier historia vista ya. Lo que la hace especial es que se sitúa en ese periodo histórico del régimen comunista de Nicolae Ceaucescu. Y su cadencia y estética transmite un aire opresivo.
Para contextualizar: Ceaucescu subió al poder en 1965, siendo Rumania un país que hasta ese momento ofrecía la posibilidad del aborto como una alternativa y apoyaba los métodos anticonceptivos. Con el señor Ceaucescu llegó para los rumanos un periodo de transición marcado por políticas económicas y sociales que en discurso pretendían equilibrar la distancia entre pobres y ricos, pero que en la práctica sumió a Rumania en una pobreza escandalosa.
Ceaucescu lanzó como una de sus principales premisas la prohibición del aborto so pena de muerte incluso, de acuerdo al número de meses que el embarazo lleve, y negó la posibilidad de acceder a métodos anticonceptivos. Más que por una cuestión moral, la idea de este dictador era aumentar la mano de obra rumana, según sus delirios: para crear una nación más fuerte.
En los hechos la estrategia funcionó, los partos se duplicaron, pero la pobreza que reinaba era tal que la mortandad infantil aumentó, los crudos inviernos, y el mal estado de los hospitales hicieron precarias las condiciones para atender a recién nacidos, por si fuera poco las mujeres que murieron en prácticas de abortos ilegales llegaron a medio millón. A eso se sumó que como la situación económica era tan desesperada, los padres decidían abandonar a los hijos a su suerte, por no tener la capacidad para mantenerlos. Estos son los niños de los que habla el documental que mencioné al principio.
Por otro lado, creciendo en la pobreza que un régimen de casi 30 años instauró, esta generación tuvo poco acceso a la educación y, según estudios estadísticos, fue la más propensa al suicidio y a la delincuencia. Los que consiguieron acceder a la educación eran tratados como manadas en aulas saturadas de alumnos que al salir profesionales tenían que pelear un mismo puesto, para que luego lo gane un hijo de algún funcionario estatal.
En este marco se encuadra 4 meses, 3 semanas, 2 días. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes del 2007, se trata de un filme duro, seco, que pone la situación ante los ojos del espectador sin ningún tipo de maquillaje, pero sin intenciones de buscar la lágrima fácil. Aquí no veremos golpes bajos gratuitos, ni efectismos…esta una historia que sabe a verdad.
En 1987, periodo donde el régimen estaba en su máximo esplendor y las prácticas represivas y de control ya estaban arraigadas en el pueblo rumano, Gabitza Dragut está embarazada, en ningún momento de la película se habla del padre, o del por qué toma la decisión de interrumpir el embarazo. Sólo se sabe que está embarazada, que este embarazo no fue ni planificado ni deseado y que para llevar a cabo su decisión cuenta con el apoyo de su mejor amiga, Otilia.
Como se trata de un delito, y no de un delito cualquiera, sino uno de los máximos delitos que se podían cometer durante el régimen, estas chicas sufren mil peripecias para conseguir el objetivo: abortar.
Yendo de recomendación en recomendación, finalmente eligen a un señor, al que irónicamente sus clientes llaman Sr. Bebé (Bebé en español). Gabitza es un poco inepta, tan inepta que ha dejado que su embarazo avance hasta casi los 5 meses (por eso 4 meses, 3 semanas, 2 días), tiempo en que muy pocos abortistas estarán dispuestos a llevar a cabo el trabajo.
No obstante, el Sr. Bebé les da detalladas instrucciones para que el aborto se realice. En este personaje recaen todas las cuestionantes implícitas sobre la dictadura rumana, se trata de un personaje sádico, cruel, un carnicero, que no duda en sacarle provecho a la situación y cuyo trato con ambas chicas será traumático para ellas.
Durante la primera hora de la película no vemos nada más que pequeñas situaciones de la vida de ambas mujeres, las primeras en el cuarto que comparten dentro de las residencias universitarias, luego los pasos que sigue Otilia para hacer la “negociación” con el Sr. Bebé. Y recién cuando ya estamos entrando a la hora de película, nos golpea el acto en sí.
Para eso, Mungiu apostó por el naturalismo más férreo, colocando la cámara como un tercer ojo dentro de la historia, donde el contraplano es casi inexistente y donde no hay musicalización alguna. Esta no es una historia que pueda tener banda sonora. No. Lo que termina haciéndola más opresiva, claustrofóbica y oscura.
4 meses, 3 semanas, 2 días no defiende el aborto, de hecho se sirve de esta situación desesperada para mostrar la fractura de una sociedad estancada y privada de sus libertades más básicas. Esta crítica a la dictadura de Ceaucescu se ve en pequeñas escenas, en el miedo que ambas jóvenes sienten ante la posibilidad de que la milicia o la securité (el similar más salvaje de la Stassi) descubran el delito. En la resignación ante el dolor y el sufrimiento. En el cruce de líneas morales que hasta ese momento jamás imaginaron cruzar, pero que casi sin poder evitarlo terminan cruzando.
Actuada por grandes actores entre los que se encuentra AnaMaria Marinca, Laura Vasiliu y Vlad Ivanov, debe sus grandes virtudes a un trabajo de dirección excepcional por parte de Cristian Mungiu, quien además escribió el guión.
Esta es una película que se sustenta en la historia y en la manera de contarla. Llena de silencios y de tensión ante la posibilidad de que descubran a las protagonistas o la cosa termine en desgracia, el espectador huirá de juicios de valor sobre las acciones de los personajes, íntimamente conmovido por esos seres grises, que deambulan por edificios descascarados, calles oscuras donde no encuentran taxis y rituales que controlan sus vidas.
Lo anecdótico sobre Ceaucescu, fue que este dictador que dejó tantas heridas en el pueblo rumano, es el único dictador de Europa Oriental que acabó fusilado, tumbado por un pueblo harto de sus ataques de megalomanía. Despreciado por los jóvenes que gracias a su política antiabortos nacieron y crecieron resentidos con la pobreza en la que estaban inmersos, mientras él construía un monumental edificio que llamó la Casa del Pueblo, que hoy es el Palacio del Parlamento y que cuesta 8 millones de euros al mes mantener.
Como dato aparte, la familia Ceaucescu prohibió el aborto por ley, pero cuando uno de sus hijos embarazó a una mujer a la que ellos no aprobaban, la hicieron abortar para no “manchar” el linaje de la familia.
4 meses, 3 semanas, 2 días, no puede pasar desapercibida. Es una película necesaria por la historia y el contexto que muestra, encima la forma en que fue filmada, la estética y el manejo narrativo bien valen la pena.
Muy buena película, su final es uno de los mejores finales que he visto en mucho tiempo…me dejó pensando y con la piel erizada un buen rato. Así da gusto ver cine.
Lo mejor: Sencilla y perturbadora
Lo peor: Duele
La escena: El final, la mirada…
Lo más falsete: nada.
El mensaje manifiesto: La vida a veces no es vida
El mensaje latente: Hay cosas que duelen tanto, que es preferible fingir que no existieron
El consejo: Vela cuando no estés depre.
La pregunta: ¿Qué habrá pensado Ceacescu cuando estaba frente a los soldados que lo fusilaron?
CURIOSIDADES
- Esta obra es la primera entrega de un proyecto más amplio titulado ‘Tales of the Golden Age (Relatos de la edad de oro’, una historia subjetiva del comunismo en Rumanía contada mediante su leyenda urbana, sin hacer referencias directas pero contando diferentes historias que enfoquen opciones personales en una era de infortunio. “Las personas que leían mi historia también tenían una historia personal de ese tipo que compartir. De pronto, todos tenían algo que contar acerca del tema. Me quedé asombrado al descubrir que era una historia muy común que siempre se había escondido entre las sombras. No usé ninguna para la película, preferí ceñirme a la que conocía bien, pero me ayudaron a entender la amplitud del fenómeno”, explica Mungiu.
- El director afirma que no utilizaron ni trípode, ni grúas, ni travellings, ni steadicam ni ningún otro elemento de apoyo de la cámara para eliminar cualquier artificio destinado a embellecer el plano, con la intención de “captar la emoción y la verdad”.
- Costó aproximadamente 600.000 euros.
- El director sólo tenía claro a un actor cuando redactó el guión, a Vlad Ivanov, que hace el papel del Sr. Bebe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario