miércoles, junio 10, 2009

"Pedro y yo"
Por: Mónica Heinrich V.

“A esos mariconeríos yo no voy”, escuché decir a un amigo. Pero, ustedes realmente creen que yo, Moniq H S.A., se iba a perder el gran grito libertario de Gael García? No, no, no. Entonces, abro el periódico y veo que La mala educación se estrenaba.

Me digo: Qué tan maleducada será?. Será verdad que Gaelito se parece a Julia Roberts? Y a los curas, qué tan duro les dará? (en el sentido figurativo y en el literal). Bueno, había llegado el momento. Miro a mi ´susodicho´y le digo: “Vamos al cine?”. Me pregunta: “Qué están dando?”. Le digo: “Lo último de pedrito”. Me dice: “Weno, vamos a ver qué pasa”.

Camino al cine recordaba la primera vez que vi a Gaelito. Nada parecía presagiar que de esa aparición infantil en una telenovela mexicana llamada El abuelo y yo, saldría semejante…hmmm…dejémoslo en puntos suspensivos.

Y?, dirán ustedes. Pues nada, diría un español. Llegué ´flipando´ al cine. Vamos, que me había reconZiliado con Almodóvar después de Hable con ella. Joder, no era cosa de todos los días que se produZcan semeJantes acuerdos. Mi ´susodicho´ compra las entradas y yo me quedo embobada enfrente del póster de Alexander, próximo estreno y dirigido por Oliver Stone. Ahí me olvidé de Pedrito y me puse a imaginar el momento MAGNO de la premier.

Vuelta a la realidad corrimos a la sala 9. Y llegamos justito. Las luces ya se habían apagado y un público en el que se mezclaba el morbo, los fans de pedrito, la curiosidad y los ´identificados´ con los personajes principales, ya estaban acomodados. Música Almodovariana fue lo primero que se escuchó. Pequeños collages de varias imágenes nos presentaban los créditos. Yo comiéndome las uñas. Pensando en la frágiles relaciones diplomáticas que teníamos Pedro y yo. La cosa comenzó relativamente bien. Fele Martínez (interpretando a Enrique Godet) aparece primero. Como buen director de cine está recortando noticias morbosas del periódico para ver si así se inspira. Ustedes saben, la realidad siempre supera a la ficción. “Pucha que se ve trolazo”, le susurro a mi ´susodicho´.

Rememoremos. Martínez actúo en Tesis de Alejandro Amenábar donde me dejó marcada con su relato del cuento de Oscar Wilde El enano y la princesa. Además, recordémoslo como el insípido y atarantado admirador de Penélope Cruz en Abre los ojos. Luego llega el otro, Gaelito. Ya con la aparición de Gaelito (otrora el pecadorísimo Amaro, el ´experimentador´ en Y tu mamá también y el roba mujeres en Amores perros) la historia se nos despatarra desde el principio. Gaelito (Ignacio, Juan, Angel y Zahara) va a buscar trabajo. Es un actor que fue compañero de colegio (de manoseos y otras cositas) de Enrique (Martínez). Gracias a esas relacioneXXX, Gaelito (dizque Ignacio que se hace llamar Angel), se inspiró y escribió una historia intitulada La Visita. Quiere que Enrique, en nombre de la amistad y las sábanas que compartieron juntos, la lea y si puede, la lleve al cine. En ese punto, la película se desdobla y nos cuenta lo que dice el relato de La visita. Pedofilia por aquí, puteríos por allá, y la aparición estelar de Zahara (Gaelito convertido en una versión mexicoespañola de Sarah Montiel).

Para hacérselas corta. Nos muestran cómo a Ignacio y a Enrique ya se les quemaba el arroz desde su más tierna infancia. Ésto enmarcado dentro de un colegio Salesiano regido por macabros y tétricos hombres que por una extraña razón, que hasta el día de hoy no comprendo, visten preocupantes vestidos largos, siempre de color negro, que llaman sotana. Y además, si pueden, se adornan con otros colgandijos que, luego, los infantes tienen que retirar.

En medio de ese jardín de flores, estaba uno de estos personajes oscuros llamado el padre Manolo. Manolo cuasi cuasi temblaba de la emoción al ver a Ignacio (alrededor de unos 10 años). Ese pedazo sólo se puede definir como asqueroso, muy bien logrado pero un horror. Además, Pedrito va a ser responsable de mi trauma: cada vez que escuche Moon River y Torna a Sorrento lo asociaré con pedofilia. (en la foto el momento traumático)Bueno, que ahí no termina la cosa. Volvemos a la realidad, y Enriquito emocionado con tan valeroso y conmovedor relato. Cita a Gael, y le dice: “Me ha encantado”. Ignacio-Angel se reBVela (las dos, se amotina y además se ve realmente quién es) e insiste en hacer el papel de Zahara. Enrique dice no, Gaelito dice que sí. Todo esto en la escena de la piscina y obviamente condimentado por escenas de tensión sexual.
A estas alturas yo me venía preguntando a dónde iba todo esto, cuál era la finalidad. Antes de ver la luz, la cosa se va enredando más y más. Chantajes, asesinatos, drogas y más (sí, MAS) puteríos sazonan lo que sigue a continuación. Cosa que prefiero no comentar porque si lo hago me va a dar rabia y no voy a poder terminar esta opinión de una manera glamorosa (como ya es mi estilo).

Llegó un instante en que sólo quería que el alharaquerío termine. Y, creánlo o no, terminó. “Gordo, chinche, hijo de %(/&)•”=!” era lo que se me ocurría decir, e imaginaba que entraba a www.eldeseo.com para hacer mi justo reclamo. Nuevamente, Pedrito y yo acabamos muy mal. “pero cuál es tu problema Moniq?”, dirán. Mi gran problema es que me senté como una estúpida a ver…hmmm, no sé cuánto dura, pero bueno, me sometí a una historia grotesca y circense para que Pedrito termine todo de la manera más vulgar y pobre del mundo. Los personajes quedan volando por ahí, no hay profundidad.

El final es absolutamente risible, fue como si después de tanto enredo y supuesta vuelta de tuera, Pedrito haya dicho “Bah…Ahí tienen”. Nada por aquí, nada por allá. El gordo es más eficaz que Mandraque o que el mismo David Copperfield. Creó una historia dura, pero cuyos ingredientes ´ganchos´ (denuncia contra la Iglesia, Gael imitando a Sarah Montiel, Guerra Civil española, etc) quedan tan sólo en anécdota para contar una historia de puteríos. Además, queda el tufillo de que se trata de una autobiografía, pero el gordo lo niega.

“y hay algo rescatable?”. Para que no digan que soy criticona, sí. Pedrito será todo lo que quieran, pero tiene un gusto exquisito para elegir sus bandas sonoras y para hacer de la fotografía de sus películas una obra de arte. En general no es aburrida, pero luego se transforma en una historia dentro de otra historia, dentro de otra historia, dentro de otra historia que dan vueltas una alrededor de la otra. Es un carrusel que nunca se detiene. Algo más? Nada, que ya no quiero hablar con Almodóvar.


Escrita el 14 de noviembre de 2004

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