sábado, noviembre 11, 2006


César X César
"Cualquier artista comprometido con su tiempo y su tierra es un observador de su realidad. Sus obras reflejan su postura, su sensibilidad., sus ideas, el teatro es un arte colectivo, y la forma de grupo permite(al menos a nosotros) una estructura donde este proceso de observación y toma d posición se realiza. Hablemos de la memoria, quien recuerda testifica todo artista todo actor testifica al mismo tiempo sobre arte muerte y vida la vida que recuerda la muerte que la atraviesa el arte que la revela. Estar en escena es revelar un alma que es la propia. Todo lo que ocurre en la escena tiene que ser habitado por algo que se llama belleza. La belleza nos permite ver el rostro del horror".

Para entrar a escena hemos metido a la licuadora las palabras de Brie en el taller de 2003 y el 2005 en la Escuela Nacional de Teatro. Además, de “Otras reflexiones”, Tonto del Pueblo #2. ; “Por un teatro necesario”, Tonto del Pueblo # 0, que nos pueden dar una idea a priori de cómo absorbe Brie y de qué color sale el aire que bota, pero tal vez la idea más cabal y completa no las puede dar su trabajo, su obra en Bolivia: Teatro de los Andes, que es un grupo fundamental y trascendental en la escena boliviana hoy por hoy y cuya polvareda al pasar ha contaminado y motivado a una gran cantidad de teatristas bolivianos de esta generación. César Brie es su director.
Aprovechamos su estadía en Santa Cruz (estuvo enseñando en el último módulo del año en la ENT) para hacerle esta entrevista, después de pasar varias horas al día, todos los días entrenando, creando, dialogando, recordando (también un par de noches), bajo el calor de un té frío o un refrescante café caliente, cuando el asma lo dejó tranquilo.
Tuvimos la sensación que por momentos dejaba el telón entreabierto. Entonces, aunque sea por momentos, nosotros también dejábamos de ver al director, al maestro y descubríamos a la persona. (Espero que a vos te pase lo mismo cuando leas esta nota que, aunque no lo creas, fue reducida a su mínima expresión.

¿Dónde naciste César?
Nací en Buenos Aires, el 3 de Mayo de 1954. Nací y mis padres se fueron a Tierra del fuego, mi madre era rectora del colegio nacional de Tierra del Fuego y mi padre fue como oficial de justicia en el Ministerio.

¿Desde qué edad hacés teatro?
Profesionalmente desde los 17 años. A esa edad salí de secundaria y me tocaba entrar a la universidad.

…A seguir ¿qué carrera?
Filosofía y letras, pero me agarró el teatro. Nosotros éramos una comunidad artística que se llamaba Comuna Baires. Yo me fui a vivir a Buenos Aires cuando mi padre se enfermó a mis 15 años, cuando falleció yo me quedé ahí, trabajaba y estudiaba. Durante el gobierno de Perón, uno de mis compañeros fue raptado por los servicios de información del ejército y torturado salvajemente, y a nueve de nosotros nos declararon condenados a muerte. Era muy chango, tenía 19 años, en la época no importaba, murió gente mucho más joven que yo y el grupo decidió irse de Argentina. Vivíamos juntos, teníamos una idea de comunidad que era un desastre en realidad. Lo cuento en una novela que estoy por publicar, ahí critico mucho ese mundo, pero al momento creía en eso y lo hacía. Entonces, cuando el grupo decidió irse, yo decidí quedarme. Dos meses más tarde me llamaron de Italia y me pidieron que fuera. Cumplí 20 años una semana después de irme del país.

Contame tu experiencia en Italia
Viví primero en Padua, después fuimos a Milán. En Milán me separé de este grupo. Me fui a trabajar a un centro cultural La casa ocupada, era el periodo en que empezaban a ocuparse casas para actividades culturales, sociales en Italia. Fui un poco el líder, junto a Paolo que está conmigo en Teatro de los Andes. El primer centro social que se creo en Milán era el Centro Social de la Isla, la isla de los sin barrio, un barrio de inmigrantes, se llamaba así porque era como una isla proletaria donde los fascistas no entraban. No es que no entraban, pero se tenían que cuidar ellos… Hacíamos un laboratorio de teatro, existía un asilo para niños, grupos de rock, feministas, debates culturales, fiestas de solidaridad, todo ese tipo de cosas. De ahí funde un grupo llamado Tupac Amaru, trabajé con ellos varios años tratando de formarme porque yo tenía 20, 21 años y me había quedado solo. Esos años fueron muy importantes. Nunca enseñé tanto como en ese periodo que no sabia nada., mientras menos sabés más enseñás. Estudiaba todo lo que podía para entrar a los teatros, como no tenía un centavo, vivía muy pobre. Trabajaba haciendo de todo, limpiando oficinas, paleando nieve, cargando camiones los fines de semana, reconstruyendo casas.

Vos disparaste algo que fue una lección para mí, porque dijiste “yo he hecho el peor teatro del mundo”…
Hice muy mal teatro, pero me daba cuenta que era malo. Lo importante es eso, poder amar lo que hacés sabiendo que lo que hacés no es bueno y así poder cambiar y mejorar. Me daba cuenta que lo que hacía era malo, y sufría porque era malo, pero lo defendía porque era lo que yo sabia hacer…

Hablanos de la obra que fue el punto de giro…
Persiguiendo el sol se llamaba. Era el periodo en el que el movimiento juvenil se comenzó a destruir y algunos de mis amigos se mataron, hubo una especie de ola de suicidios entre los jóvenes, y se vinieron artículos muy moralistas de la izquierda. Yo creía saber porqué se habían matado, era obvio que estaba cayendo la esperanza, que no iba a haber una revolución, que no iba a haber un cambio. La obra era sobre ese tema, lo que no supe y lo supe muchos años después, es que en realidad yo estaba exorcizando en ella mi propio suicidio. Estaba en crisis con el teatro que hacía, me daba cuenta que hacía un mal teatro y no quería más hacerlo. Estaba realmente desesperado. La monté en 15 días, muy rápido, fue como el antes y el después, “si esta obra es mala yo dejo de hacer teatro”. Eran ya 7 años de dedicarme al teatro y no era capaz de hacer algo decente. Entonces por primera vez, no me defendí a través de las técnicas, sino que empecé a utilizar las técnicas que ya conocía de un modo correcto. No tenía un gran talento como actor, lo que me podía salvar eran instantes de mucha honestidad, en que era transparente y se notaba que no actuaba…y eso no basta. Para ser actor hay que saber actuar. Esta obra era un viaje desesperado de un joven a su suicidio. Contaba su nacimiento, la escuela, el amor, la separación, la emigración, la lucha política, la soledad con esa lucha política y terminaba con una fiesta atroz en la que me bajaba los calzones, me sodomizaba con una flauta, hacía una especie de baile ridículo, ofrecía de comer una rata al publico, ofrecía vino, me lo echaba en la cara, y terminaba con el instante del suicidio que era una campana contra una garrafa de gas y una bolsa de plástico en la cabeza. Después había un momento en que me maquillaba de blanco y gris la cara, me llenaba de algodón la boca, y la boca se me hinchaba, la cara se me hinchaba toda como muerte y repetía en una danza vertiginosa todos los gestos que se hicieron durante la obra, después terminaba y empezaba a caer a caer, y a girar y a gritar: se acabó, se acabó, todo es el fin, se terminó. El público estaba profundamente conmovido, además cambiaba la música, la escena y hacía como tijeritas los dedos haciendo clic clic, me sentaba y miraba como diciendo “váyanse, mierda”, era muy fuerte y la mitad del público lloraba. Fue la primera obra buena que yo hice

Contame más de las reacciones
Me empezaron a llamar de todos lados, empecé a viajar, a ganar plata. Esa fue la obra, que en mi vida fue algo maravilloso, creo que nunca hice algo tan fuerte. Prefiguraba sin darme cuenta los años 80, y de hecho la obra es de dos años antes. Me convertí en un Benjamín, para algunos, de lo que podría ser una vanguardia teatral, se me llenó el centro social de público burgués que venía a ver la obra. La hice para todo tipo de públicos, la hice para los locos, esa fue una de las experiencias más bellas de mi vida…porque mi crisis había comenzado cuando actué para locos haciendo una cagada, donde los locos gritaban. Llevé esta obra a un festival que se hacía en un manicomio, entonces prohibí a los enfermeros hacer callar a los locos, dije “si ustedes hacen callar a los que viven aquí, paro la obra. La hago para ellos, para los que viven acá, es con ellos que quiero dialogar, no con ustedes”. Fue maravilloso porque la hice con ellos, me la dejaron hacer, se hizo una comunión, me reconocían como uno de ellos en realidad, parecía un loco yo también. El pelo largo, todo zarrapastroso como era…y yo pensé ese día, volviendo, si acabo de hacer teatro aquí, valió la pena. Esa visión la mantengo siempre. Un gran amigo, que ha sido mi maestro, cuando vio la obra me dice: “te has dado cuenta que el teatro es como la vida, es estar en la escena con una enorme naturalidad, una enorme honestidad. Ahora tenés que darte cuenta que la vida es como el teatro, ahora tenés que volver al teatro, ahora tenés que asumir el teatro dentro de vos y con eso hacer grandes obras”. Eso me dijo y para mí fue eso. Hice otra obra, que también llamó mucho la atención, sobre el electroshock, la estadía de un enfermo mental en un manicomio llevado de una cama a otra hasta que muere…En realidad, esa era la metáfora de lo que ocurría con mi cuerpo en el teatro, que yo andaba golpeando de una pared a otra sin saber cómo hacer para expresarme, ese era el punto al que había llegado y fue cuando conocí a mi maestra.

¿Quién?

Iben Nagel Rasmussen, actriz del Odín Teatro de Dinamarca. Ella vio mi espectáculo, se quedó muy impresionada…después me preguntó si quería trabajar con ella, para mí era una de las más grandes actrices que había visto en mi vida. El primer día le mostré todo lo que sabía hacer, un poco de taichi, de judo, de karate, acrobacia, y así horas mirando, y cuando termino me dice: Sí, sí, vos conocés muchas palabras pero no sabés construir una frase. El trabajo que ella me hizo fue un entrenamiento de cómo crear una presencia con el cuerpo, que después te puede servir para gobernar las formas que creas con tu cuerpo, darte cuenta de cuáles son y segundo a crear después figuras, partituras, eso me lo enseñó Iben, la conocí en el 80.

Entonces te fuiste a trabajar con ella…
Claro, me fui a Dinamarca. Ella estaba en el Odin, yo no fui a trabajar al Odin, fui a trabajar con ella. Para poder trabajar conmigo (tenia un novio muy celoso) forma el grupo Farfa, era la ciudad del pueblito en que nos encontrábamos. Fue mi gran maestra, de ella aprendí lo esencial del trabajo actoral, la ética del actor, la humildad, la disciplina, la constancia, Iben es en mi memoria un sol en mi vida, un sol inmenso. No podría nunca expresar la gratitud y el cariño que le tengo.

Eso te vinculó al Odin…
Ella era la principal actriz del Odin, en ese momento decir Odin Teatro era decir Iben. Ella le pidió a Eugenio Barba que dirigiera una obra en la que trabajábamos juntos, y así hicimos Matrimonio con Dios. Después yo dirigí una obra, cuando Farfa, se disolvió que era El país de Nod. Eugenio me permitió trabajar en los espectáculos de calle del Odin. Le agradezco su confianza, él consideraba que debía ser un director, me aconsejó, cuando me vine a Bolivia, “no actúes, no seas actor, sé director, no mezcles”, pero yo no estaba de acuerdo e hice las dos cosas. Una vez él me preguntó si quería formar parte de la nueva obra que el Odin iba a hacer, Tallabot, acepté, pero le dije “cuando acabe esta obra me voy a ir a Sudamérica”, y empecé a ahorrar dinero para volver. Necesitaba volver, necesitaba de nuevo al menos el castellano, busqué en la zona andina de argentina y no encontré lo que buscaba, decidí que iba a ser de nuevo un emigrante, viajé por Chile, por Bolivia, por Ecuador en el 90, yo tenía 35 años en ese momento. Bolivia me impresionó, un país tan desesperadamente pobre, tan rico culturalmente, tan lleno de contradicciones, controversias, visiones, entonces me vine a Bolivia. Había ahorrado durante cuatro años para hacer mi proyecto porque yo sabía que aquí nadie me iba a regalar nada. Eso me obligaba a trabajar en este país, en condiciones muy duras donde se iba a ver el color del caballo, si sabía hacer teatro sobreviviría con él y si no era capaz de hacerlo entonces yo prefería no sobrevivir, aquí no iba a tener subvenciones que me engañaran…

Siempre te veo migrante César…
Dideron un filósofo, dice que cuando un hombre se ha ido por demasiado tiempo, ya es una quimera regresar, para mí fue así, yo me fui mucho tiempo, ya no era cierto que podía regresar, no era de ningún lugar, es obvio que hay algo que pertenece a la infancia, Rilke ha dicho esta frase maravillosa “La patria del hombre es su infancia”, a la infancia están atadas las cosas más sagradas que uno recuerda…

¿Tenías un proyecto planeado para Sudamérica?
Sí, yo sabía muy bien lo que quería, incluso hasta lo escribí, se llamaba El teatro del pacífico, lo identificaba con el océano pacífico que aparentemente es calmo, pero tiene una fuerza, una energía inmensa, justo elegí el país donde no hay un mar…entonces pensé cuál es el equivalente del pacífico aquí y son las montañas…inmóviles, impávidas, inmensas, imposibles de domesticar, de ahí fue donde surgió Teatro de los Andes…

Y otra vez estás cerca de un manicomio…
Claro, también está el manicomio, así me pueden poner ahí. Hasta tengo mi primer muerto en Yotala…

¿Quién?
Un doctor, amigo de mi padre, que fue mi pediatra que me cuidó de niño, con el que me escribí toda la vida y que cuando estuvo viejo vino a visitarme y yo lo invité a que se quedara conmigo, se quedó varios años…y murió…se suicidó, deseaba morir porque no quería no poder bastarse a sí mismo…

Era alguien muy importante para vos…
Era alguien a quien yo quería entrañablemente. Y está enterrado ahí enfrente, en el cementerio de Yotala…

Teatro de los Andes, ¿cuál fue la primera obra en Bolivia…cómo empezaste a reunir a los actores…?
Paolo, Nairaa Gonzáles y yo llegamos con dos obras que habíamos hecho en Italia antes de venir. Con el mar en mis bolsillos, mi monólogo, y Romeo y Julieta, Naira y yo. Tuve muchos alumnos en Italia, y un español y dos italianos me propusieron venirse conmigo y les dije que no. Al poco tiempo de estar aquí, me volvieron a escribir que habían juntado plata para su pasaje y que se venían. Eran Emilio Martínez, Filipo Franchet y Maria Teresa del Pero. Ellos tres, Naira, yo, más dos alumnos bolivianos que tomé, Gonzalo Callejas de un taller que hice en Sucre y Lucas Achirico, que lo vi cuando cantaba en un grupo musical de un hogar albergue para menores abandonados en El Alto. Con ellos hicimos Colón, es la primera obra que se realizó en Bolivia, enseguida nos dio notoriedad porque la gente se moría de risa, era muy divertida. Las primera dos obras creadas en Bolivia fueron con absoluta conciencia comedia, sabía que tenía que conquistar un publico, y que lo podía hacer inicialmente a través del humor. Entonces hice dos comedias: Colón que era una sátira sobre el descubrimiento y la segunda fue Ubú en Bolivia.

Habías visto algunos grupos…
Sí. Nosotros nos presentamos con Colón en el Peter Travesí sacamos el segundo premio, felices porque yo pensaba que no nos iban a dar nada por gringos, pero nos dieron el segundo premio…
El primer premio lo ganó Pequeño Teatro con una obra muy linda llamada El Abrigo, de Gogol. Eso nos creó problemas porque después cuando nos invitaron al festival de Chile, el festival mundial de la UNESCO para representar a Bolivia, me hice un quilombo en La Paz, salió un artículo de Mabel Franco Ortega en Presencia: “Quién representa a Bolivia en nombre de qué”, decía, donde nos atacaba ferozmente con argumentos un poco xenófobos, entonces yo respondí indignado a ese artículo, eso generó una polémica muy fuerte, donde fuimos apoyados por la intelectualidad…


Salieron a defenderte otros…
Claro, salieron a defenderme Germán Arauz Crespo y Lupe Cajias abiertamente…

¿Cómo ves el teatro nacional?
Bolivia tiene muy buenos artistas, el problema de Bolivia en el teatro es que no tiene mercado cultural, porque las autoridades son absolutamente ausentes y están ausentes porque no tienen recursos y los pocos recursos que hay los gastan en burocracias y no los gastan en soportar las actividades culturales. Aquí he ido a ver Chaplin Show, me pareció estupendo, no amo al teatro que se parece al mío, amo el teatro cuando está bien hecho. Hay una tendencia muy vil en los artistas y que desgraciadamente tiene siempre una gran discusión que es definir el propio trabajo negando el de los demás. Me duele cuando hablan mal de mí, soy muy sensible a la ignorancia además de los críticos. Mabel Franco que nos criticó entonces, después habló muy bien de otras obras, pero en los últimos tiempos se dedica a hablar mal de nuestro trabajo, entonces me hace largas entrevistas donde me deja hablar y después cuando ve la obra, usa mis argumentos y en base a ellos coloca su visión de la obra y la liquida. Los buenos críticos, los grandes críticos, hablan siempre muy bien de mi trabajo. Prefiero un crítico ignorante a la ausencia de críticos, porque por lo menos es un frontón, te podés pelear con alguien, cuando hay ausencia de crítica es como jugar al tenis en un campo vacío.

César, ¿cómo ves la coyuntura?
Temo una guerra civil, por un lado los políticos tradicionales siguen considerando que el MAS y los movimientos sociales son los causantes de la crisis que vive el país, y no se dan cuenta que los movimientos sociales son la consecuencia de ésta. Nos enfrentamos a una coyuntura que tiene cuatro conceptos claves: hidrocarburos, tenencia de las tierras, autonomías y constituyente. Los más sabios, respecto a la constituyente, son los pueblos indígenas, que han propuesto una constituyente inclusiva. La tenencia de las tierras es el problema de este país, hay latifundios, no son aceptables, hay que redistribuir las tierras y hacerlo de un modo en que se logren crear unidades productivas, pequeñas, eficaces, eficientes, autoabastecidas por un lado y que produzcan para los mercados. Hay que volver a dialogar con todos los ayllus y los andes, para que los campesinos no estén en la situación de miseria extrema en la que están y que se creen estructuras para que puedan salir. Hay que nacionalizar los hidrocarburos, deben sí venderse, sí dialogarse con las empresas petroleras, no lo niego, pero es necesario, a mi juicio, que se usen los hidrocarburos para industrializar el país, y la última oportunidad que tenemos es el gas, no hay otra. Hay que sacar de las autonomías lo que los cruceños quieren, que es el control de la tenencia de tierra y los hidrocarburos, eso es definido en una política de estado. Hay que considerar en las autonomías el mecanismo por el cual las regiones más ricas tienen que proveer recursos a las más pobres. That is el programa político de César Brie. Es obvio que mis posiciones son mucho más cercanas a lo que dice hoy el MAS que a lo que dice el Tuto, pero tengo muchas dudas respecto al MAS. El MAS no es el MAS porque es el MAS, sino porque es lo más cercano a una esperanza. Si traiciona esa esperanza, y la puede traicionar con autoritarismo y corrupción fundamentalmente, si fracasa, el resultado va a ser nefasto, porque no nos va a quedar ni la esperanza.

¿Hemos malgastado la democracia?
Totalmente, la hemos rifado. Hay que repensar el concepto de democracia, no puede llamarse democracia a votar cada 5 años, hay que llamar democracia a una sociedad, que debe considerarse como decía Marcel, una sociedad en el tiempo y donde los habitantes de un país deben garantizar salud, educación, vivienda y justicia.

¿Por qué hacés teatro César?
Empecé a hacer teatro porque era muy tímido y no me animaba a hablarle a ninguna chica, entonces pensé que si hacia teatro iba a ser menos tímido e iba a poder charlar con ellas, y en realidad menos tímido me he vuelto pero la timidez sigue, ese es el motivo banal…El motivo profundo es porque éste es el modo en que logro quitarme todo lo que me acucia, todo lo que me pincha, lo que me duele y devolverlo en obras, en belleza, y aprendí a hacerlo a través del teatro.

¿Qué es el actor de teatro…?
Un actor es un artista que a través de su sensibilidad y con su cuerpo y su voz abre las cortinas hacia el otro lado de las cosas a los demás…

¿Hacia dónde va Teatro de los Andes?
No sé, creo que el Teatro de los Andes está saliendo de una crisis, debe redefinir su futuro. Nos conocemos mucho, tenemos muchos objetivos, creo que hay darle voz a esos objetivos y encontrar la forma organizativa para que todos eso se pueda realizar, no sé si creando más grupos, tomando más gente, volviendo a hacer obras todos juntos, no sé…tenemos que conversarlo…

¿El próximo proyecto, la próxima obra?
No hablo de lo que no hago, de lo que no he hecho…
Fred Núñez P.

No hay comentarios.: