sábado, noviembre 18, 2006

DISCURSOS FUTURISTAS SOBRE EL LAVADO
(Sindicato de Lavanderos de Punta Chica)

Finalmente,
qué es lo más importante?
“No lavar mucho la ropa” o
“No ensuciar mucho la ropa”

Porque, bueno,
el hombre del siglo veintitrés
ya no piensa en tener las ideas “claras”
si no en “conservar” las ideas intactas.
Sería interesante llegar a una respuesta clara
sobre esta cuestionante.
Sería interesante desenmascarar el mito
que se esconde en estas “banalidades”

Porque, bueno,
quiérase o no,
la lavandería ha pasado curiosamente
de ser un espacio de autocrítica
a ser una “banalidad”.

En la antigüedad...
La gente pensaba.
El hombre de la antigüedad
y su mujer
y sus hijos, y su amante
mientras lavaban, pensaban.
Y fueron ellos los primeros en utilizar el arte del “lavado”

Este viejo mito
recopilado de la tradición
de un pueblo ahora desaparecido,
nos da una visión clara del pensamiento antiguo:
“Dios no apesta”

En la actualidad ya “no” se lava como antes
(y entiéndase lavar como un acto casi religioso
de comunión con la mugre de uno mismo)
No se lava como antes.
No sale igual.

Las cosas se ensucian
en la actualidad.
Las cosas se ensucian
y usted sólo tiene que prender la “lavadora”
Hoy en día, usted “lee” las instrucciones
“escribe” las suscripciones
“suma” las cuentas
“resta” los salarios
“multiplica” las deudas
y “divide” a su familia.
Hoy en día
usted
ha sido bien educado.


Hoy en día
usted “sabe” como utilizar una lavadora.
Usted es “superior”
a una lavadora.
Por lo tanto puede someterla.

Porque
usted sabe utilizar una lavadora
no??

De qué hablaba...

El mito.

“Lavadoro” dios de los detergentes
levantó en cólera a la diosa Hera
al proponerle lavar las ropas de Zeus
después de una fiesta dionisiaca.
Esta, enfurecida por el agravio a su estirpe
lo condenó a dar vueltas eternamente
dentro de un cilindro de metal con agujeritos.

Lavar las ideas o no ensuciarlas mucho.
O peor aún,
colgar las ideas en un alambre
y dejar que ventilen.
O peor aún,
dejar que otros laven nuestras ideas.

Qué diría lavadoro al ver una ciudad taaan limpia
y encontrar que la gente ya no lava a mano
y que a hecho de su imagen un comercio formidable
al cual no todos podemos tener acceso.

Qué diría al ver los recientes modelos y marcas de lavadoras.
Que todo lo hacen
Que todo lo lavan
Que todo lo secan, lo centrifugan y lo escupen.

De seguro se sentiría traicionado.
Mal comprendido.
Deprimido.
Absorto.

Felizmente existe y existirá siempre
el valor humano de la limpieza,
que como un gusanito pequeño
irá empujando la cera hacia nuestro oído interno
hasta provocarnos una cita
con el otorrinolaringólogo de turno.

Porque, bueno,
bienaventurados los que tienen lavadora
porque suyo será el reino de la limpieza,
pero yo. Sépanlo bien,
¡Jamás voy a comprarme una lavadora!




Alejandro Molina
(colaborador)

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